Un libro donde quedarse a vivir. Un lujo para el alma que sigue rebosando frescura

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He tardado 33 años en sentarme a leer Rayuela y no me arrepiento. He tardado 33 años y quisiera seguir siendo de esos lectores a los que aún les queda por leer, porque es un lujo tener todavía Rayuela por delante. Si estás leyendo esta reseña porque aún no lo has leído – parafraseando a Borges cuando habla del Quijote – tienes la inmensa fortuna de no haber leído todavía Rayuela. Pero léela. Además, se puede releer cien veces y en todas aprenderás algo nuevo. Conozco mucha gente que la ha empezado y la ha abandonado. Y es que no es un libro fácil de leer, pero es un libro que te cambiará. Para siempre. Vivirás dentro de la rayuela (con minúscula) el resto de tus días.

Escribir una reseña de un libro como éste es una tarea ímproba a la altura de escribir una reseña de un libro como La vida instrucciones de uso de Georges Perec, y eso lo he hecho recientemente, así que lo voy a intentar con Rayuela.

Rayuela cuenta la historia de Horacio Oliveira, un argentino de 40 años que se va a vivir a París para estudiar, pero no lo hace. Pasa el tiempo junto a sus amigos discutiendo de filosofía, literatura, música y arte. Oliveira está en una búsqueda constante, pero como apunta Ossip Gregorovius (otro personaje de la novela) “uno tiene la sensación de que ya llevás en el bolsillo lo que andás buscando”. Oliveira mantiene una extraña relación sentimental con La Maga, una chica uruguaya que tiene un hijo y ninguna inquietud intelectual. La relación que mantienen Oliveira y La Maga permite a Cortázar diseccionar la sociedad de la época a través del amor. Y a pesar del enorme carisma que tiene la novela, la verdad es que el entusiasmo reblandece ante ciertos aspectos argumentales, como eso de que un grupo de varones desprecie intelectualmente a una mujer, La Maga, porque se pierde en los retruécanos culteranos del Club (“esto es el Meccano 7 y vos apenas estás en el 2”, le dicen), pero siguen con ella porque todos, grosso modo, quieren llevársela al huerto. Según el narrador, Oliveira la ama, pero ese amor no se percibe más que en los celos sexuales o en la nostalgia que siente cuando al fin La Maga se va. Talita tampoco sale muy bien librada (aunque ojalá todos tengamos una Talita cerca). Este machismo primario, que hoy produce sonrojo, era invisible en los años sesenta. También el exhibicionismo intelectual sonroja un poco. Pero de esto no me puedo quejar, porque ya me gustaría que los jóvenes de hoy en día tuvieran la formación y el interés cultural y filosófico que mantienen los integrantes del Club de la Serpiente. Yo quisiera formar parte de ese Club, pero quise formar parte del grupo de Matthew, Isabelle y Theo en los Soñadores de Bertoloucci y pasar horas hablando de cine independiente y follando en un piso idílico del Paris del 68. Por eso leo y veo cine, para “vivir dos veces”.

Son muchas las críticas y las referencias a Rayuela desde su lanzamiento, voy a destacaros dos citas que me parecen especialmente ilustrativas. Dice Juan Cruz en El País que Rayuela “es un libro genial que la gente recuerda como un emblema. Del amor (capítulo siete), del existencialismo (la muerte, la conversación sin límite, el destino) y de la poesía”. Y siendo esto cierto, es todavía más importante el impacto que causó en su época, como nos recuerda el escritor y columnista colombiano Santiago Gamboa “fue una tremenda propuesta vital, un modo de vivir y entender las relaciones humanas. La gran revolución de Cortázar en Rayuela fue proclamar que la vida cotidiana debía considerarse bajo presupuestos estéticos, y en esto sí que fue un adelantado de su tiempo”.

Pero más allá del contenido, lo tremendamente rompedor de Rayuela es su escritura. No por los saltos de capítulos y la supuesta “posibilidad de elegir” el propio camino (esto es más un artificio teórico que algo real, pues para hacerlo habría que leerla antes al menos tres veces). Es el modo de narrar lo que la hace diferente, lo que aún hoy sigue siendo deslumbrante e hipnótico. La escritura de alguien inmerso en la música y la poesía, con un oído magistral para el diálogo y una sensibilidad fuera de lo común. El episodio de Berthe Trépat contiene todo esto y es de lejos lo mejor del libro. También son sublimes los episodios 7, 34, 97, 104, o el indescifrable 68 que me volvió loco y lo tuve que leer varias veces. Rayuela fue uno de esos libros que no buscó adaptarse al gusto de la masa lectora de su época, sino todo lo contrario: oponiéndose a ese gusto, lo que pretendió fue modificarlo, enriquecerlo, hacer que fuera más complejo y exigente. Y sin duda lo logró, lo que ya es mucho. Cortázar lo etiquetó como “contranovela”. Y en las cartas que se anexan como apéndice del libro explica el proceso creativo y editorial de la novela, a través de la correspondencia con amigos, editores y críticos de la época (un regalito de la edición del 50 Aniversario que sacó Alfaguara). Durante el libro hay continuas referencias a las formas de expresión y estructura que utiliza el propio autor, como si fuera un ejercicio de auto-justificación, a través de Oliveira y del filósofo de cabecera del Club, un tal Morelli. El crítico Rafel Conte cree, lo dijo entonces, que el escritor ha puesto en su libro “toda la gama de innovaciones técnicas de la literatura contemporánea”. Y lo hace en nombre de una actitud literaria: “la agresión a la realidad”, según el crítico “Cortázar agrede a la realidad, la deforma y la maneja, sin por ello falsearla, sino explicándola con una ironía negra, perfectamente agresora, y siempre cruelmente lúcida”.

Tengo todo el libro con marcas, resaltando citas, capítulos, palabras nuevas… en el fondo son marcas que el libro ha dejado en mí y no al revés (por eso no las enseño, porque soy muy pudoroso). Y es que después de Rayuela no mirarás igual París, ni Buenos Aires, ni a los jóvenes, ni la Música, ni la Pintura, ni la Literatura. Querrás vivir en el libro el resto de tus días, pero no te cambiarás por Oliveira (en el fondo es un ser un tanto altivo y despreciable), querrás conocer a La Maga (y llorarás con la muerte de Rocamadour), a Talita y Traveler, a Ettiene, a Ronald y a Babs. Querrás vivir en las conversaciones, en las reflexiones, en el Club de la Serpiente y en las calles parisinas y porteñas. Querrás ser un personaje más de la novela. Y hay pocos libros en los que quedarse a vivir. Pero Rayuela es uno de ellos.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

7 comentarios sobre “Un libro donde quedarse a vivir. Un lujo para el alma que sigue rebosando frescura

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  1. Era joven cuando la leí por primera vez, odié Rayuela, sin saber explicar porqué y cuando me preguntaban si la recomendaría siempre decía que sí, también sin saber decir porqué había que leerla. Muchos años después volvió a caer en mis manos y fue como caer en otra dimensión, me enamoré y sigo sin entender el porqué. (stonquet)

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  2. Muy buena reseña!,excelente block leí la rayuela así de paso sin darle la importancia necesaria,pero siempre pendiente de que había algo mas ,Es de esos libros que te llaman siempre a volver a leerlo,y lo volveré a leer ,este articulo me despertó y explico lo que no entendía,me gusta Cortazar es un genio un maestro!.

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