Reseña de Amianto de Alberto Prunetti

La lucha contra un enemigo invisible, se llame amianto o capitalismo

Si seguís este blog con cierta asiduidad, sabréis de mi debilidad por la literatura obrera, especialmente la relacionada con los mineros (la recientemente reseñada El día de antes de Sorj Chalandon, La noche feroz de Ricardo Menéndez Salmón, El minero de Soseki, Tres periodistas en la revolución de Asturias de Chaves Nogales o GB84 de David Peace). Ahora os traigo Amianto de Alberto Prunetti, que no está centrada en la mina, pero sí en los trabajadores manuales de fábricas en Italia. Una obra necesaria por varias razones que intentaré exponer a lo largo de la reseña.

Amianto narra la historia del padre del autor, Renato Prunetti, un trabajador del metal en Italia, soldador, carpintero de hierro, y todo aquello a lo que fuera necesario adaptarse para mantener a su familia. Es la historia de una lucha difícil y desigual contra las condiciones de trabajo, porque, “Como soldador, Renato expone sus pulmones a gases devastadores. Como carpintero de hierro, cada golpe de mazo resuena en sus tímpanos. Tiene los oídos dañados, ya no nos oye, deberá ponerse un audífono. Sus ojos, heridos por la llama de los electrodos, se le van cayendo los dientes, uno tras otro, debilitados por los metales pesados a los está expuesto constantemente”. Y aquí es donde brilla el libro, en la denuncia social y política a las condiciones laborales de los trabajadores de las fábricas italianas de mediados del siglo XX. Porque Prunetti lo ejemplifica en su padre, pero “esta es la historia obrera de un tipo cualquiera, una historia como tantas, de los que se criaron en la posguerra, obraron un pedazo del boom económico italiano con su propia piel, vivieron la crisis del petróleo de 1973 en sus bolsillos y murieron a comienzos del nuevo siglo, enfermos tras dejar de trabajar. Aniquilados por un asesino en serie implacable que actuaba en Casa Monferrato, en Taranto, en Piombino y en decenas de lugares más. Esta es la historia de un hombre que empezó a ganarse el pan con catorce años, que entró en la fábrica y que nunca llegó a salir de ella en realidad”. Abro Paréntesis. Esta idea de no llegar a salir de la fábrica es algo que ya leímos en El Día antes de Chalandon cuando se decía que los mineros nunca llegaban a salir de la mina, decía Chalandon “Aunque se quite la mugre, se lleva el carbón a la superficie”. Me parece una imagen muy potente. La de llevarse el trabajo a casa en la fábrica de mediados del siglo pasado. Cierro paréntesis.

Prunetti denuncia sin salirse de la novela. No es un ensayo. Como dice Isaac Rosa en el prólogo, Amianto es “una novela que participa del ensayo, la investigación, el reportaje, el panfleto, la biografía o la autoficción, para lograr un texto sin género definido, en el que cabe todo”. Es uno de los puntos fuertes de la novela, consigue escribir desde “una nostalgia que no es sentimental sino política, la conciencia de una pérdida, de una derrota. Es decir, de una lucha pendiente, que nos interpela con fuerza”. No se esconde en los planteamientos, no utiliza eufemismos ni maquilla las condiciones y los condicionantes, en un momento de la novela hace explícita esta intención, “Movimiento, fatiga, sudor. Eso se traduce en palabras con sustantivos asépticos: aislamiento y retirada del aislamiento, demolición, mantenimiento, reparación, revisión y pruebas de instalaciones. Pero en la práctica significan fatiga, cortes, quemaduras, martillazos, abrasión… Quiere decir escaleras, andamios, arneses… Y aun más: incendios, vapores disparados a una presión mortal, tornillos que salen lanzados como proyectiles… Aparte de la inhalación de venenos. Y monos manchados de polvo. Polvo rojo, de hierro oxidado. Polvo gris, de acero recortado. Polvo blanco, del amianto o del titanio. Ese titanio del que volvía completamente cubierto cuando trabajaba en Casone de Scarlino; él lo llamaba “el blanco” y decía que cuando se duchaba era como jabón”.

En la denuncia no hay justicia, hay lucha política, porque como advierte Prunetti al final del libro, “¿Se ha hecho justicia? No, nunca se hace. Justicia es no morir en el trabajo, no morir ni ver morir a tus propios compañeros. No tener que morir “en los términos que establece la ley”. Es trabajar sin ser explotado. Y que lo que es un derecho estando vivo no te sea reconocido cuando ya has muerto”. Su intención es acercarnos esta lucha, hacernos partícipe de ella, que no podamos mirar hacia otro lado y sepamos que “Alguien que se vio forzado por motivos profesionales a exponer su cuerpo a todo tipo de materiales pesados. Un trabajador que vio cómo las condiciones de seguridad en las factorías se iban deteriorando cada vez más (…) para acabar tatuándose en los pulmones una buena parte de la tabla de elementos de Mendeléyev”. Esta literatura es importante para que su lucha, su dedicación, su abnegación, su entrega y su esfuerzo por dar oportunidades a sus familias, no desaparezca. Pero también para que conozcamos las condiciones en las que trabajaban y la impunidad de las empresas. Prunetti, con Amianto lleva a cabo un “ejercicio de memoria (…) la memoria colectiva de toda una generación de trabajadores. Y como toda memoria colectiva, esta también responde a los tres principios que enarbola toda lucha contra el olvido: verdad, justicia y reparación”. Conciencia de clase. Admiración a su padre. Reconocimiento de un gremio. Memoria colectiva. Orgullo generacional. Todo estos son algunos de los apetecibles ingredientes con los que trabaja Prunetti de forma magistral.

Al final del libro, todo puede parecerte una gran metáfora donde el amianto solo sea un eufemismo del capitalismo. De esta forma hace partícipe al lector de la lucha, una lucha inacabada contra una forma de entender el mundo, las relaciones sociales y laborales. Una lucha contra el beneficio económico por encima de los derechos y la salud de los trabajadores que antes que eso son personas y ciudadanos. Si terminas el libro con esta sensación, con esta incomodidad y eres capaz de ver en los espacios de trabajo actuales nuestros “amiantos”, entonces ha sido un éxito. Si te has quedado con la historia, también la distrutarás, porque Amianto es un libro que invita a varias lecturas.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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