Una nueva edición del análisis más exhaustivo de la condición humana, sin rima y con muchos más aciertos

 

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Dante Alighieri es de esos autores que se escapan al común de los mortales. Quizás por lo complejo de su lectura o quizás porque esté muy alejado de los intereses actuales (malditos intereses actuales). Supongo que a Homero o a los filósofos griegos les pasará lo mismo. No es común encontrarte en el Metro con alguien leyendo a Platón o unos versos de Safo. Por lo tanto, lo más normal es que esta reseña interese a poca gente, lo que me pone en una posición más delicada todavía: la de conquistar a avezados lectores interesados en una nueva traducción de esta obra maestra del siglo XIV. Si alguien se había acercado a Comedia con anterioridad, seguramente lo haya hecho a través de la edición de Alianza Editorial traducida por Abilio Echeverría (allí se titulaba Divina Comedia) hace dieciocho años. Quizás la edición más lograda hasta la fecha. Yo me acerqué a la obra en esa edición, y aunque reconozco que nunca terminé de leerla, fue mi primer contacto con Dante.

Ahora se ha presentado una ocasión irrechazable. Acantilado ha editado una nueva Comedia traducida y prologada por José María Micó. Un auténtico lujo. La edición de Acantilado tiene algunas particularidades. Por una parte, Micó descartó adaptar la obra con su rima original, “Mi obsesión era que se pudiera leer como un relato; buena parte de la complejidad de la comedia procede de su lenguaje poético; al verterlo en verso rimado te obligas a un registro especial, a forzar el sentido o la sintaxis; haberlo traducido en prosa sí hubiera sido traicionarlo; creo que este formato, manteniendo la métrica y poniendo asonancias cuando me ha sido posible, equivale a lo que entendemos por poesía” comenta el traductor en una entrevista en El País hace unas semanas. Por otra parte, en su afán de nitidez, Micó ha prescindido de notas al pie (“la traducción ha de resolver por sí misma las dudas”), pero, amén de sucintas notas introductorias a cada canto, por vez primera en una edición española ha añadido al final del libro infografías sobre el universo dantesco, así como una cronología de la vida y obra de Dante y un índice razonado de un centenar de páginas sobre personajes, obras y lugares citados (yo suelo agradecer estas cosas). Echad un vistazo a todos los periódicos y revistas culturales, están alabando la obra sin miramientos.

Un viaje para completar el complejo tapiz de la condición humana. La obra es la narración en primera persona de un viaje por el infierno, el purgatorio y el paraíso realizado en la primavera del año 1300 por el propio Dante Alighieri cuando está a punto de cumplir 35 años. Prácticamente a mi edad, Dante se desmarca con esta obra maestra. Qué envidia me dan los genios. Pues bien, José María Micó en su prólogo señala que “el viaje del protagonista, del infierno al paraíso y del pecado a la beatitud, es también un viaje de la materialidad a la inmaterialidad, hacia un lugar sin espacio y un tiempo sin tiempo. Un viaje místico que parte del fondo, del fondón, de la condición humana” y más adelante se rinde al genio florentino afirmando que “escribió un Poema que no nos habla del saber, sino del vivir, de la vida mortal y de la vida eterna, a través de una ficción autobiográfica que pretendía alcanzar –y así ha acabado siendo – dimensión ecuménica”.

El Prólogo supura amor a la obra en cada línea. Y, además, es profundamente formativo. Señalaré algunos aspectos que llamaron mi atención. Prometo ser breve así que tendrás que leer el libro.

Un título enigmático. Micó comienza aclarando que el título de la obra es “Comedia” y no “Divina Comedia”, y es que el epíteto de Divina se toma del calificativo que le otorga Boccaccio (ahí es nada) al valorar la obra, de tal forma que desde el siglo XVI se incorporó al título. Aun así, a un amateur como a mi le puede sorprender que Dante titule a esta obra “comedia” cuando se trata de un viaje un tanto tortuoso, y es que según explica Micó en el prólogo “tal palabra no constituye un título en un sentido pleno o moderno, y, por más que pueda sorprender al lector de las penas del infierno, no es paradójica ni irónica”. Principalmente se debe a la oposición a la tragedia, “la comedia empieza mal y termina bien, comienza en el infierno y acaba en el paraíso”, pero también tiene que ver con el uso de la lengua vulgar, un idioma inferior al latín literario.

Comedia y las matemáticas. Señala Micó que “la arquiectura de la Comedia se sostiene sobre una serie de claves numéricas”. En esas claves numéricas son protagonistas el 3 y sus múltiplos: la obra se reparte en tres cánticas; el número total de cánticos son cien contando con el prólogo general (1+33+33+33); el Infierno está dividido en 9 círculos, el Purgatorio en 9 partes y el Paraíso en 9 cielos; las fieras que se oponen a Dante en la selva son 3, Lucifer es un monstruo ángel con 3 cabezas; 3 son los guías del protagonista (uno por cántica); 3 son los escalones ante la puerta del purgatorio; 3 las categorías de los pecados del Infierno (incontinencia, violencia y engaño), etc. Si leemos la obra, encontraremos más momentos en los que este número es protagonista. Solo voy a destacar otra cuestión numérica que tiene que ver con la invención de una nueva estrofa, idónea para el desarrollo de la narración, basada en el número 3: el terceto de endecasílabos (33 sílabas por estrofa) “de rima encadenada, en el que el verso central anticipaba la rima del terceto siguiente, y para cerrar el canto debía añadirse un verso que rimase con el último endecasílabo central (aba, bcb, cdc…yzyz)”. Pero quienes han estudiado la obra no se detienen en esta inventiva, sino que destacan la increíble capacidad de Dante para “convertir todo eso en una narración lineal, llevando a pleno rendimiento un complejo mecanismo prefigurado hasta el más mínimo detalle, con su sofisticada numerología, su estructura tripartita, su preanunciado itinerario como camino de perfección, su contundente centenar de cantos de similar longitud, su precisa jerarquía de culpas (…), y tanto otras recurrencias de un texto cerrado y controladísimo”.

Ficción y alegoría. Dante se mueve continuamente entre la ficción y la alegoría, algo que le dota de gran profundidad al texto. Los tres guías de Dante en su viaje cumplen una función alegórica. Sostiene Micó que “Dante representa a todos los hombres en la medida en que sus guías pueden simbolizar la razón (Virgilio), la gracia (Beatriz) y la gloria (san Bernardo)”, pero el propio traductor más adelante advierte que “el valor de la alegoría en Comedia no tiene el carácter sistemático y convencional que presenta en otros textos medievales (…) se asigna a personas heterogéneos y concretos, que, sean históricos o ficticios, funcionan como entidades reales de la trama. Son figurantes de esta particular comedia y figuras de un mundo simbólico que está donde tiene que estar: en las palabras del autor y en la imaginación de sus lectores”.

En definitiva, estamos ante un texto complejo y profundo. Uno de esos regalos que nos brinda la Humanidad para nuestro gozo y disfrute. Termina el Prólogo Micó apuntando que “todo el mérito de Dante está en la voluntad de construir una realidad completa y autónoma, en crear, por decirlo con expresión de nuestro tiempo, una realidad virtual, específica de la ficción poética, en diseñar un mundo imaginado y onírico que era el trasunto de otras realidades naturales, teológicas o simbólicas. Un mundo abstracto sometido a la admirable concreción de las palabras, porque para Dante no existe nada que no pueda decirse poéticamente. Es más, la poesía crea el objeto, el personaje, el razonamiento, la ambigüedad, el miedo, el humor, la tristeza, la duda o la fe, y lo hace con tal exactitud y concentración de significado, que en la música prodigiosa del endecasílabo dantesco nada resulta ocioso ni ostentoso”. ¿Te vas a perder una obra de este calibre? Ya no se escriben cosas así, así que disfrutemos de Dante y de su genio incombustible.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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