Una novela aparentemente sencilla con un mensaje de esperanza
Conocí a Foenkinos a través de su última novela, Hacia la belleza, y luego me detuve en su obra más arriesgada, Charlotte. Ahora os traigo la que es su obra más conocida, La delicadeza, una obra que tuvo una gran cantidad de premios en Francia y que fue protagonizada en el cine por Audrey Tautou. Más allá de la película (que no he visto) la novela es muy recomendable.
Foenkinos cuenta la historia de Nathalie, una mujer que pierde en un accidente al hombre del que está perdidamente enamorada y que después de una durísima etapa de duelo, en la que se refugia en la oficina, no puede creerse que el amor llame de nuevo a su puerta de la mano de Markus, un compañero de trabajo que nunca ha tenido éxito con las mujeres, no agraciado físicamente, pero cargado de bondad y de ternura. Markus se convierte en la personificación de la delicadeza del título, alguien que conecta con Nathalie en el momento idóneo, ni antes ni después hubiera existido en su vida, simplemente habría sido invisible, pero la mezcla de humor, ingenio y ternura de él encajarán en el duelo, el dolor y la angustia de ella, “eso era lo que había querido por encima de todo, regresar a los hombres a través de uno que no fuera el clásico conquistador. Redescubrir juntos el manual de instrucciones de la ternura. Había algo muy tranquilizador en la idea de estar con él. Quizá fuera orgulloso o superficial por su parte, pero le parecía que ese hombre siempre se alegraría de estar con ella”.
La historia está cargada de tristeza y autenticidad, y hace algo muy difícil y muy bonito: adquirir la perspectiva del amor como un espacio íntimo de libertad. La novela es amable, de estructura sencillísima, aderezada con toques de ternura y humor y que transita entre el drama y la comedia. Foenkinos ofrece lo que su título indica, delicadeza, en un mundo acelerado y brutal, donde nos creemos que los amigos aparecen con tan solo apretar el botón del ordenador. Ofrece un elogio de la lentitud, de la atención al otro. Consigue ofrecer al lector un poco de oxígeno, de optimismo, en tiempos especialmente sombríos, cargados de preocupación por lo material y donde urge un cambio de valores. Más que de la búsqueda de la felicidad y del amor, de lo que habla esta novela es de la oportunidad, de los momentos, de esos instantes especialmente propicios al milagro, instantes que es complicado forzar pero que llegan cuando estamos atentos.
Sin embargo, lo que más brilla en la novela no es la historia, sino el autor. Foenkinos es un narrador excepcional, lo digo cada vez que leo un libro suyo. Es capaz de generar imágenes potentes, por ejemplo, “su corazón latía sobre un montón de ruinas”, y nutre el relato de continuas referencias culturales (algo que a mí me encanta), por ejemplo, “es bastante extraño no moverse cuando se está de pie. Quizá habría que pensar en ese cuadro de Magritte en que caen hombres del cielo como estalactitas. Había pues algo de pintura belga en su actitud y, por supuesto, no era una imagen muy tranquilizadora”. Os recomiendo esta lectura si buscáis algo ligero, si necesitáis un respiro, autenticidad, historias sencillas, sin complicaciones. La novela mantiene un equilibrio difícil de alcanzar entre la potencia de una buena historia y la destreza del autor para contarla. Foenkinos es una garantía de estos equilibrios y La delicadeza es un buen ejemplo.
¡Nos vemos en la próxima reseña!