En Kerouac hay excesos y muy pocos defectos
Ya sabéis que los beat son una de mis perdiciones. Esa forma desenfadada y transgresora de ser y estar en el mundo y en la Literatura me fascina. Cada cierto tiempo intento tener algo de ellos que leer. Aun no he empezado con la poesía, pero he leído En el camino, Yonqui, El almuerzo desnudo y Trópico de Cáncer (aunque Miller no es exactamente un beat, digamos que es un buen amigo). Ahora os traigo otro de los grandes exponentes de esta generación, Los subterráneos de Jack Kerouac.
En Los subterráneos Kerouac nos relata una historia de amor, la de Leo Percepied (un nuevo alter ego de Kerouac) y Mardou, una negra espectacular, el «pobre ángel oscuro» según lo define el mismo Leo. Típica historia de amor de juventud, de quiero y no quiero, ahora sí ahora no, te persigo cuando pasas de mí y me hago el interesante cuando requieres de mi compañía. Nada del otro mundo, salvo que siendo una historia de amor más, no es una historia de amor más porque la escribe Kerouac. Y si la escribe Kerouac es de todo menos algo normal, canónico ni previsible. En esta novela hay paranoias, celos, rebeldía, drogas, buena música, histeria y melancolía. Hay imágenes sobredimensionados, cargantes, asquerosas. Abundan comportamientos imprevisibles, ridículos y ascéticos. Es mejor la segunda parte que la primera, el Leo más reflexivo gana al impulsivo, «si hubiera sabido entonces lo que sé ahora, en vez de volver al bar, para seguir conversando, en vez de mirarla con aire ofendido, etcétera, en vez de dejarla allí abandonada en el tétrico mar del tiempo, olvidada y no perdonada todavía por el pecado del mar del tiempo, habría entrado en el automóvil, le habría tomado la mano, le habría prometido mi vida y mi protección, <Porque te amo y por ningún motivo>«. Es esa parte reflexiva la que profundiza en esa idea de decadencia y de fatalismo de los beat, «y ahora renuncias al amor de una mujercita, porque querías beber una copa más con un amigo juerguista que viene del otro lado de tu demencia«, esa idea de que haga lo que haga lo estoy haciendo mal, así que exprime tu vida de mierda y disfruta de tus contradicciones.

En Kerouac hay excesos y muy pocos defectos. Como dice Fernanda Pivano en el prólogo, «su calidad no se halla en el pensamiento sino en la intensidad emotiva (…) el hecho es que la vida y las imágenes evocadas por Kerouac son densas y vibrantes como en pocos escritores de la historia literaria americana«. Es un autor que cumple una función en el mundo de la literatura, y esto no se puede decir de todos: dar protagonismo a los subterráneos, a los invisibles, a los desprotegidos, a los inconscientes, a los locos, a los yonquis, a los que desperdician oportunidades y vidas. Son Burroughs, Ginsberg y Kerouac los escribas de una generación. Su canto a la liberación espiritual derivó hacia una liberación sexual que hizo de catalizador en los movimientos de liberación de la mujer y de los negros, el ascenso de la contracultura hippie e indirectamente a la liberación de los homosexuales. Siempre os recomendaré estos libros que, sin dejar de ser incómodos, son auténticas obras maestras.
Larga vida a los Beat, larga vida a Kerouac.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
En mis años mozos leí mucho a Kerouac, tanto que me compré una biografía suya, pero que no he llegado a leer. «El libro de Jack. Una biografía oral de Jack Kerouac». No sé si lo conocerás.
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