Reseña de Los irrelevantes de Guillermo Abril

Todo en este libro es un acierto

Cuando me escribe la gente de La Caja Books para enviarme un libro no sé decirles que no (y digo muchas veces que no, espero que me perdonen los aludidos). Sus libros me hacen pensar y eso es algo que siempre agradezco. En esta ocasión os traigo Los irrelevantes. Escenas de la junga global de Guillermo Abril. El autor es el corresponsal de El País en Bruselas, pero, antes de eso fue durante muchos años reportero de El País Semanal y muchos de esos viajes le han servido para escribir este libro. Un libro que, os adelanto, me ha gustado.

Abril viaja, junto con el fotógrafo Carlos Spottorno, por el mundo visibilizando las contradicciones de una ciudadanía global víctima del capitalismo y las matemáticas. De Adís Abeba (Etiopía) a Londres (Inglaterra), pasando por Trípoli (Libia), Derry (Irlanda del Norte), Homs (Siria) o Shenzen (China), esta última como ejemplo hegemónico de lo que expresa el libro: un viraje en el campo magnético capitalista, “si hubiera una ciudad que resumiera las últimas décadas de China, esa sería Shenzen. Desde la azotea escucho la ciudad rugir; es como si se estirara, un ronquido sordo que duele como los huesos de los niños en un pico de crecimiento. Debe de ser el sonido de los imperios en auge”.

En esos viajes Guillermo Abril reflexiona, junto a su fotógrafo, sobre globalización (y recurre a Zizek y su Nueva lucha de clases), responsabilidades sociales (y recurre a Arendt y su Eichmann en Jerusalén), derivas sociales (y recurre a Harari y su Sapiens) o control social al tiempo que lo ejemplifica a través de testimonios, escenas cotidianas y anécdotas. Un ejemplo sobre el control social. El autor recoge un testimonio que no por evidente deja de ser sobrecogedor; Abril se entrevista con un matemático que trabaja en el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia y, durante la entrevista, este reconoce que “el crédito es el arma que tienen los bancos para esclavizar a la sociedad (…) Das préstamos a tu alrededor y es una forma de control social (…) Lo que interesa es que la gente esté en quiebra. Con el agua al cuello”, es decir, la globalización, el capitalismo, o como diría Fisher, el realismo capitalista, necesita a los irrelevantes, los ricos necesitan a los pobres, los poderosos necesitan a los olvidados.

La contraportada del libro abre con una frase: “la irrelevancia es el sentimiento de los que no importan”, pero, matizo, es un sentimiento inoculado. Claro que los irrelevantes importan, importan tanto que muchas veces son la mano de obra del sistema (como los riders), el sistema los necesita para funcionar. Esto que todos aceptamos y que no nos sorprende debería ser un motivo de revuelta social, porque, como se gritaba en Occupy Wall Street y recuerda Abril en el libro, “somos el 99%”. Pero la colectividad está destruida, no hay espacios comunes compartidos, no hay un “nosotros”, el capitalismo ha logrado segmentarnos en individuos. Y cuentan con otra arma muy poderosa, la invisibilidad, ejercen el control sin necesidad de que se vean las cuerdas de las marionetas, “en realidad nadie lo entiende. No hay sistema matemático capaz de describirlo, las leyes que explican sus mecanismos no han sido enunciadas. No llegamos a comprender el abismo porque no lo vemos. La maquinaria no se ve. El mundo tan complejo no se ve. Las finanzas no se ven. El algoritmo no se ve. El cambio no se ve”.

En este libro escucho los ecos de Transmetropolitan, el cómic de Warren Ellis y Darick Robertson, una crítica brutal a una sociedad hiperconectada e hipercapitalista totalmente desnortada de estética ciberpunk en la que el periodista Spider Jerusalem se desenvuelve con soltura entre artículos ácidos, drogas psicodélicas y una ciudad repleta de irrelevantes, de víctimas de un sistema que no cuenta con ellos pero que los necesita. Ya es la segunda vez en poco tiempo que recurro a este cómic, la anterior ha sido con el libro de Fisher (que sigue en mi cabeza), y me preocupa que el mundo se pueda estar pareciendo cada vez más a la distopía de Ellis (aunque nos vendría bien algún Spider Jerusalem que lo contara).

Para ir terminando, un acierto y un peligro de Los irrelevantes. El acierto es el formato: el reportaje, la crónica. Estamos rodeados de ensayos sociológicos, económicos, políticos, sobre los peligros del capitalismo, sobre la furia con la que el capitalismo ejerce su control sobre las sociedades, y un texto en formato de reportaje permite visibilizar aquello que se quiere denunciar; el ejemplo, el testimonio, la anécdota, el dato concreto, son mucho más eficaces que un párrafo sesudo cargado de referencias. El peligro es la obsolescencia, se trata de un texto que puede quedar rápidamente obsoleto por la velocidad de los acontecimientos actuales; por ejemplo, el libro ya no incorpora cuestiones geoestratégicas derivadas del caso afgano o la idea de los refugiados climáticos o energéticos.

Sea como fuere, Los irrelevantes es un texto ágil, sencillo, cargado de referencias culturales y crónicas que ejemplifican aquello sobre lo que el autor quiere hacer hincapié, y es que existe una pequeña parte del mundo que controla a la gran mayoría a través de las matemáticas y los algoritmos, instrumentos al servicio del capitalismo y la globalización que permiten tirar la piedra sin que se vea la mano (ya no tienen que esconderla) por una pervertida e inhumana deslocalización que genera cada vez más desigualdades y acrecenta las numerosas brechas que separan a los enriquecidos de los empobrecidos. Abril acierta y ha escrito un libro que, a su vez, viene a engrosar la lista de aciertos de La Caja Books; aciertos que empiezan a ser muchos para caber en una caja, pronto empezaremos a hablar de “el contenedor books”.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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