Y al tercer libro me declaro fan de Vicente Valero
Las novelas de Vicente Valero tienen un atractivo irresistible desde la estantería misma de la librería. No necesito más. Veo que el libro es de Vicente Valero y me lo compro. En este blog ya hemos compartido Los extraños y Duelo de alfiles, dos novelas maravillosas. Esta semana iré a la Feria del Libro de Madrid y no pienso salir de allí sin visitar la caseta de Periférica y llevarme alguna de sus novelas que tengo pendientes como Las transiciones, Enfermos antiguos o Breviario provenzal (si no las tres…), pero ahora os traigo El arte de la fuga, publicado en 2015 e incomprensiblemente oculto a mi (creía) entrenado ojo librero hasta hace unas pocas semanas.
En El arte de la fuga Valero explora la huida como una salida caótica pero sanadora de situaciones límite. Si una retirada a tiempo es una victoria, los relatos de Valero son ejemplos de como esta retirada puede tener diferentes formas cada una apropiada para esas situaciones. Con el místico San Juan de la Cruz veremos como huir con la mente ante la muerte, “no le era extraño el morir, su impulso de fuga y destierro, su abandono y su concierto de nadas, su silencio enamorado (…) Morir es unirse a lo más claro, transformarse en serena claridad”. Con el poeta Hölderlin huiremos con los pies de nuestras obligaciones para llegar a tiempo a despedirnos de nuestra amada o, mejor aun, para cruzar fronteras personales que nos acerquen, de nuevo, a la inmortalidad, “Friedrich, que había dejado de pensar en Susette, cruzó otras fronteras decisivas, la de la razón y la de la memoria, la de la ambición y la de la esperanza, y al otro lado de cada una de ellas aguardaba una sintaxis desconocida, un deseo de olvidar y de ser olvidado, de pureza de la locura, su libertad sin límites, una hoguera donde quemar con ira las ramas secas del presente”; el amor como motor inicial, pero no como sentido final de la vida. Con Fernando Pessoa huiremos a través de nuestros heterónimos para salvarnos a nosotros mismos, para soportar nuestra existencia, “con aquellos fantasmas ilustrados, porciones ideales de sí mismo, entre sombras y risas, Fernando había logrado huir y liberarse, aunque no supiera de qué exactamente, pues en una fuga verdadera nunca se mira hacia atrás ni se hacen preguntas”.
La idea es brillante y la ejecución perfecta. Valero recoge tres formas de fugarse, de huir de las ataduras, de las constricciones del mundo sensible para liberarse en la mente, en las ideas, en aquellos intangibles, aquellas inutilidades que diría Ordine, que nos hacen mejores. Porque el materialismo es fundamental cuando no se tiene, pero donde de verdad se crece es en lo inmaterial. Y yo creo que el mensaje de Valero es este. Se puede morir cubierto de llagas, postrado y despreciado por tus superiores, se puede renunciar al éxito y las comodidades, se puede prescindir de tu identidad, si el viaje de todas estas renuncias te lleva a un lugar mejor. En la montaña se aprende que en la mochila hay que llevar poco peso, y el arte de la fuga está en eso mismo, en saber desprenderse de aquello que nos limita para llegar a cimas más altas, normalmente para respirar aire más puro (placer inmaterial) y no para hacerle una foto que subir a tus redes sociales (corto-placismo material). Igual me he ido un poco en la reflexión, pero esto no es una reseña seria, es mi impresión del libro, lo que me va sugiriendo a medida que lo digiero.
Con tres libros leídos, disfrutados y bien recordados, creo que estoy en condiciones de declararme fan de Vicente Valero. Volveré a él más pronto que tarde y espero que a vosotros os apetezca al menos acercaros en una librería a uno de sus textos (seguro que también es un gran poeta, pero esa disciplina la tengo más apartada) y disfrutar con sus propuestas literarias que son tan diversas como atractivas.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
Hola. Gracias por indicar a este autor que no conocia. Me dare el tiempo para Los extraños. Saludos desde Argentina
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