Reseña de Meridiano de sangre de Cormac McCarthy

Un novelón ambientado en el oeste americano cargado de violencia y buena literatura

Ha sido la semana del Far West en el este perfil. Si el otro día hablamos de La frontera salvaje de Washington Irving hoy os traigo su némesis, Cormac McCarthy y su violento y crudo Meridiano de sangre. Dos formas antagónicas de narrar sobre unos mismos escenarios. Hay quien considera a Cormac McCarthy el mejor escritor vivo y posiblemente esté entre los mejores. En este blog ya hemos reseñado La carretera, un novelón que le valió el Pulitzer y tengo pendiente Todos los hermosos caballos (para considerar que he leído sus tres mejores obras) aunque quizás McCarthy sea más conocido por No es país para viejos, por su adaptación cinematográfica de los hermanos Coen. Pero vayamos al lío que Meridiano de sangre tiene peso por sí mismo.

La novela narra la historia de un joven fugitivo, “el chaval”, que se une a la banda de Glanton, un grupo de mercenarios que fue contratado por el gobernador de Chihuahua para masacrar indígenas en la frontera entre Estados Unidos y México entre 1849 y 1850. El rol del antagonista es asumido por el Juez Holden, un hombre albino de gran estatura que se dedica a fomentar la violencia. Todo cambia cuando los carniceros de Glanton dejan de asesinar indios y empiezan a exterminar a los mexicanos que les pagan. Se instaura así la ley de la selva, el terreno moral donde la figura del juez se convierte en una especie de dios arbitrario. El diseño del personaje del juez Holden es lo realmente atractivo de Meridiano de sangre, hasta el punto de que llega a eclipsar incluso al propio protagonista. El juez es la más genuina personificación del mal, o para ser más precisos, de los niveles de maldad que puede alcanzar el ser humano, el personaje literariamente más atractivo. Nunca duerme, afirma que nunca morirá y viola y asesina niños de ambos sexos: “el juez estaba sentado con el niño apache frente a la lumbre y el niño lo miraba todo con sus ojos de baya oscura y algunos hombres jugaban con él y le hacían reír y le daban cecina y el niño masticaba observando muy serio las figuras que pasaban por delante de él. Lo taparon con una manta y por la mañana el juez estaba columpiándolo sobre una rodilla mientras los demás ensillaban los caballos. Toadvine le vio con el niño al pasar con su silla pero cuando volvió diez minutos después tirando de la brida de su caballo el niño yacía muerto y el juez le había cortado la cabellera. Toadvine apoyó el cañón de su pistola en la gran cúpula pelada del juez. Eres un cabrón, Holden. Retíralo o dispara. Vamos, decídete. Toadvine se guardó la pistola. El juez sonrió y restregó la pelambre contra la pernera de su pantalón y se levantó. Diez minutos más tarde estaban de nuevo en el llano huyendo de los apaches a galope tendido”. No recuerdo ningún otro personaje literario, ni tan siquiera el capitán Ahab de Moby Dick, que haya encarnado con tal magisterio las bajezas y miserias humanas. La violencia se ha convertido en la propia esencia del personaje, pero al mismo tiempo, y ese es uno de los muchos logros de la novela, resulta interesante comprobar cómo incluso la violencia puede llegar a tener un efecto catártico.

Se trata, en definitiva, de una obra que impresiona tanto por su contenido como por su calidad literaria. En el contenido brilla la crudeza y la violencia del oeste americano, el racismo, el fascismo y el desprecio por el diferente. Unos valores que parece que aun permanecen en la actualidad y que no tengo claro si estas novelas han contribuido a ensalzar o a demonizar. Sea como fuere Meridiano de sangre es un novelón, quizás algo repetitivo, pero fundamente entretenido en la ambientación y la profundidad de los personajes. No lo digo yo, que soy un mindundi,  sino que Meridiano de sangre está considerada por los críticos como una de las novelas estadounidenses más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. En una encuesta para críticos y escritores realizada por The New York Times, la novela ocupó el segundo lugar como la obra estadounidense de ficción más importante de los últimos 25 años. Asimismo, Harold Bloom mencionó a Meridiano de sangre como una de las mejores novelas del siglo XX y ha distinguido a Cormac McCarthy como uno de los cuatro mayores novelistas norteamericanos de su tiempo, junto a Thomas Pynchon, Don DeLillo y Philip Roth.

Regálense horas con el chaval, el grupo de filibusteros de John Joel Glanton, Toadvine, Brown, y el imponente juez Holden. Serán momentos de buena literatura, saldrás del libro, pagarás la cuenta, guiñarás el ojo a la prostituta de la barra, te encenderás un puro en la puerta del Saloon, subirás a tu caballo y cabalgarás toda la noche.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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