Reseña de Los asesinos de la luna de David Grann

La reconstrucción periodística de uno de los episodios más crueles de la historia de EEUU

Llegué a este libro a través de La Cultureta, un programa de radio de Onda Cero sobre literatura, cine, música y series que dejé de escuchar porque su presentador, Rubén Amón, es un impresentable, aunque había gente muy valiosa como Guillermo Altares o Sergio del Molino. Incluso Rosa Belmonte (que se lo sabe todo de series), pedante, muy conservadora y con afán de protagonismo, me gusta en ese programa. Pero es que Rubén Amón es insalvable y me estropeaba todos los programas mezclando un pseudo humor sobre partidos políticos que no pintaba nada. Me cansé y me molestó cansarme porque me gustaban. Si algún día quitan a Rubén Amón, volveré a escucharles. Eso sí, reconozco que de ellos he sacado buenas recomendaciones de libros y series. Una de esas recomendaciones fue Los asesinos de la luna de David Grann, un buen ejemplo de periodismo literario que lleva ya un tiempo en mis estanterías esperando su momento. Y llegó durante este confinamiento.

En Los asesinos de la luna David Grann nos presenta el true crime ambientado en Oklahoma en los años 20. La comunidad india de los osage era la población de mayor renta per cápita del mundo porque controlaban las grandes e inesperadas reservas de petróleo que yacían bajo sus propiedades. Ese estatus les granjeó muchos problemas porque, aunque el petróleo era suyo (gracias a unos documentos de propiedad que se llamaban “headrights”), el Gobierno de EEUU no les permitía administrar su dinero al considerarlos incompetentes. Los indios se veían obligados a nombrar tutores a americanos blancos que los estafaban y se aprovechaban de ellos. En este escenario, dentro de la reserva india comienzan a acontecer una serie de asesinatos en extrañas circunstancias, especialmente alrededor de la figura de Mollie Burkhart a quien mataron a sus tres hermanas (una envenenada, otra a tiros y una tercera en un atentado con bomba). Cuando los asesinatos empiezan a ser noticia por la importancia de los osage y porque el número crecía exponencialmente, un recién creado FBI liderado por J. Edgar Hoover decide intervenir. Hoover nombra responsable de la investigación a un ex ranger de Texas, Tom White, quien montará un equipo que se infiltrará en la comunidad osage. La investigación avanza y conoceremos las razones y los intereses de los asesinos, y se darán cuenta de que “el Reino del Terror se extendió sobre la comunidad osage desde la primavera de 1921 (…) hasta enero de 1926”, y aunque el libro se centra en los casos de la familia de Mollie Burkhart, “hubo otros muchos asesinatos que no quedaron reflejados en las valoraciones oficiales y que (…) jamás fueron investigados ni registrados siquiera como homicidios”.

Grann sigue los pasos de los indios y de la investigación del FBI y reconstruye aquellos años del Reino del Terror en Oklahoma, “durante los años que me dediqué a investigar sobre los asesinatos de los osage, mi pequeño despacho de Nueva York se había convertido en un almacén siniestro. En el suelo y los estantes se acumulaban millares de páginas de documentos del FBI, informes de autopsia, testamentos y últimas voluntades, fotografías de escenas de crímenes, transcripciones de juicios, análisis de documentos falsificados, huellas dactilares, estudios de balística y explosivos, registros bancarios, declaraciones de testigos oculares, confesiones, notas interceptadas en prisión, testimonios ante el gran jurado, diarios de investigaciones privados y fotos de fichas policiales”. Además de toda esa investigación, Grann también recoge testimonios de historiadores, y es de especial dureza la del “eminente historiador de los osage Louis F. Burns [quien] observó: No sé de una sola familia osage que no perdiera al menos a un miembro de la familia por culpa de los headrights”.  La investigación de Grann evidencia toda una red clientelar alrededor del dinero de los osage, “las tramas de asesinato dependían de médicos, abogados, banqueros, alcaldes, tutores, agentes de la ley, fiscales y jueces (…) casi todos los estamentos de la sociedad fueron cómplices en la trama asesina”.

Grann llega tarde para hacer justicia donde no se hizo, pero en cierta manera ha aliviado a los familiares. Los asesinos se creían intocables y resulta que les juzgó la historia, porque “la historia es un juez implacable. Pone al desnudo nuestras trágicas meteduras de pata y nuestros estúpidos pasos en falso y expone nuestros más íntimos secretos, ejerciendo el poder de la sabiduría a toro pasado cual detective arrogante que aparentemente conoce desde el principio cómo acabará la intriga”.

Los asesinos de la luna es el resultado de un trabajo magistral de periodismo narrativo sumamente interesante, riguroso y documentado. Tendrás la oportunidad de sentir y sufrir la historia desde dentro por la precisión de la reconstrucción y del análisis, y también porque Grann acompaña los capítulos con fotos reales de los protagonistas. Si todo esto no te ha parecido suficiente, quizás termine de animarte saber que Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio están trabajando en su adaptación cinematográfica. No te pierdas la investigación que desveló uno de los episodios más despiadados de la historia norteamericana (y mira que de eso van sobrados).

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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