Un primer y tímido acercamiento a Natalia Ginzburg. ‘Me casé por alegría’ es una obra de teatro, cortita, profunda, desternillante y con pepitas de chocolate filosófico. Creo que tengo que leer más de esta autora universal para poder hacer un juicio más fiable de su estilo. De momento, ha sido una buena idea empezar por esta comedia. La obra presenta la relación entre Pietro y Giuliana. Pietro, un abogado de familia acomodada, se casa precipitadamente con Giuliana, una joven sin un duro, pero con mucha labia, lo que desata la ira de la madre burguesa.
En poco más de cien páginas, Ginzburg traza personajes profundos, atormentados y contradictorios. He leído en una crítica del libro algo con lo que estoy totalmente de acuerdo sobre la profundidad de los personajes femeninos en Ginzburg, “sus mujeres, subyugadas a la tristeza por su condición sexual, deben aferrarse a la locura y a la extravagancia para poder sobrevivir en un mundo repleto de prejuicios y convenciones”. Y es que hay un poco de Ginzburg en todas sus mujeres. Nada fue fácil para esta feminista subyugada al fascismo de Mussolini. La mayor nitidez la presentan los personajes protagonistas, Giuliana y Pietro. Parece obvio, pero está muy bien tratada la relación entre ellos. Casados y sin embargo desconocidos. Se van descubriendo en la convivencia, en la conversación, en la disputa. Continuamente se están preguntando por qué están juntos. Una dice que le valía cualquiera, otro arguye que lo que quería era salir de una fiesta aburrida y previsible. Ella le lleva la contraria y cree que Pietro se ha casado con ella por lástima que tuvo que sentir la noche que se conocieron:
“GIULIANA ¿Esa noche no te di ninguna lástima cuando te conté todo, cuando lloré?
PIETRO No.
GIULIANA No puede ser… estaba sola, sin trabajo, con deudas hasta el cuello, había abortado, me habían abandonado, ¿y ni siquiera así te di lástima?
PIETRO No.
GIULIANA ¡Tú no tienes corazón!
PIETRO No seas tonta. Es verdad que estabas sola, sin dinero, que no tenías trabajo y que estabas desesperada, pero no me dabas lástima. Siempre que te miro, desde la primera vez, me pongo muy alegre. No me he casado contigo porque me dieras lástima. Menudo negocio si uno se casa con todas las mujeres que le dieran lástima, acabaría encerrado en un harén.
GIULIANA Claro, es verdad. Entonces, si no te has casado conmigo por lástima, ¿por qué lo has hecho?
PIETRO Por alegría.”
El humor es un recurso muy presente en la obra, pero detrás del humor hay una profunda reflexión filosófica sobre las razones de la felicidad, el matrimonio y la convivencia. Se hacen preguntas del estilo ¿qué es en realidad el matrimonio?; ¿por qué se casa usted? ¿qué tiene que ver el amor en todo esto? Para ilustrar el binomio humor – reflexión me parece oportuno el pasaje en el que Giuliana le espeta a su marido, “si te hago reír, eso significa que no te he cautivado. Quiere decir que ni siquiera te sientes cautivado por mí. Ni yo tampoco por ti. Yo cuando amaba a Manolo no me reía, no me reía nunca. Ni me reía, ni hablaba, no decía ni una palabra. Estaba inmóvil como una estatua. Estaba como alucinada. Hechizada”. Casi nada.
Os recomiendo esta obra de teatro si queréis algo distendido y agradable, pero tenéis que estar dispuestos a mirar detrás de los diálogos, a encontrar aquello que nos está sugiriendo Ginzburg, a encontrar el porqué a los comportamientos cada personaje. Ahí está el quid de la cuestión y ahí es donde hay que llegar. No vale con leer, hay que implicarse.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
Leer es vivir dos veces 