28 de abril de 2016. La Central de Callao. Compré el libro. Llegué a la página 42. K.O. en el primer round. Mi corazón (ahora sé que fue mi cabeza) no pudo con él. Hizo demasiado daño el primer golpe: «no, no me veo feliz, ni siquiera junto a ti. Ni siquiera en la más optimista de mis ensoñaciones me veo teniendo contigo una relación feliz, provechosa para ambos, sólida, cotidiana; burguesa, en suma. Nunca me la creería y siempre trataría de ponerla a prueba, de ir más lejos, hasta que un día terminara violentándome». No lo vi venir. Caí a la lona. Inesperadamente. Inconsciente. «Una retirada a tiempo es una victoria» pensé. Y lo abandoné.
Hoy, 16 de mayo de 2018, dos años después, me demuestro a mi mismo que la victoria ha sido leerlo. Y al leerlo, descubrir que hay libros con formas de personas. Y que todo se puede leer, solo debemos encontrar el momento. Este libro es mi cicatriz. Aquello que demuestra que algo sucedió, que fue verdad, pero también que todo se cura. En un graffiti cerca de la estación de trenes de Salamanca se puede leer «quien no tiene memoria necesita cicatrices«. Pues bien, esta es una mis cicatrices. Un libro. Y no cualquier libro, sino «Cicatriz» de Sara Mesa.
El libro narra la historia de Sonia Y Knut un admirador que mantiene la relación con Sonia a través de correspondencia (García Márquez sigue estando a otro nivel), por correspondencia de cartas pero también de paquetes con libros, perfumes, zapatos, ropa interior… no sabremos si es amor o no, yo creo que no, es necesidad, es obsesión, es el atractivo de lo prohibido, de lo políticamente incorrecto, de la superación de los límites de lo decoroso. Sea como fuere, entre los protagonistas se dibuja una historia de amor imposible, amour fou (me gustó más Sanz), donde ella intenta llevar una vida coherente y estable, y él (más necio que otra cosa) insiste inasequible al desaliento en mantener la correspondencia. Además, Knut asume un rol dominante, posesivo y caprichoso donde Sonia tiene un rol más pasivo, sometida a la voluntad de Knut.
Al final del libro, casi en un intento de despedida Sonia le dice a Knut «Me olvidarás muy pronto (…) Cuídate. De verdad, cuídate«. Y Knut responde inmediatamente «Ahora mismo no creo que pueda olvidarte, pero el olvido actúa solo, igual que lo hace el paso del tiempo. Más difícil será que tú me olvides a mí. Ya te darás cuenta en el futuro«. Supongo que es una conversación habitual en una ruptura. Muchos de los lectores del libro se habrán visto en una situación idéntica o muy similar. Y no por eso deja de ser una putada que te digan «Cuídate. De verdad, cuídate«. Pero este tono condescendiente, esa preocupación fingida, esa superioridad impostada, hacen daño y son innecesarias. Y así, todo el libro.
Desde luego no es un libro que deje indiferente. Quizás no te sientas representado en la historia en sí, pero desde luego que es un fiel reflejo de los ‘tira y afloja’ de las relaciones insanas, venenosas, mefíticas, vesánicas. Ese amor fou que todos hemos tenido en algún momento. Y del que todos salimos. Y al salir pensamos «hice bien en intentarlo, hice bien en darlo todo, e hice bien en olvidarlo con todo el dolor que me supuso». Y ahora a pasar página, a seguir leyendo y a continuar viviendo otras vidas, además de disfrutar de la propia. Os animo a leerlo, desde luego es una novela hipnótica y muy bien llevada que mantiene una permanente sensación de desasosiego. Aun así, la disfrutaréis muchísimo.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
Me gustó mucho!!!!,es una escritora para no perderle el rastro.
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Lo que me pasó cuando leí cicatriz es la sensación extraña de no gustarme los personajes, me caían mal, pero engancharme a su historia. Y creo que literariamente hablando es un logro, crear un personaje desagradable pero que enganche.
Buena reseña.
Un saludo.
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