Conocí la obra de Ordine en conversaciones informales entre doctorandos en la Universidad Autónoma de Madrid mientras terminaba mi tesis doctoral. Sin embargo, tardé en lanzarme a la lectura de este autor; fue hace relativamente poco cuando di con La utilidad de lo inútil, un libro que se ha convertido en el manifiesto de mi próxima revolución. Desde entonces no he podido dejar de citar a este profesor de Literatura italiana de la Universidad de Calabria, en mis clases y en mis conversaciones sobre el tema. Si su anterior libro se ha convertido en cabecera de mi pensamiento sobre la función de la universidad y la formación integral de las personas, Clásicos para la vida es su mejor aliado y un documento de inexcusable lectura.
La Introducción es una declaración de intenciones que amplía la tesis de La utilidad de lo inútil, el título de esta introducción ya es inapelable: «si no salvamos los clásicos y la escuela, los clásicos y la escuela no podrán salvarnos«. Y el primero de sus postulados es demoledor, «no hay que leer a los clásicos para aprobar los exámenes«, dentro termina de desarrollar la idea «las grandes obras literarias o filosóficas no deberían leerse para aprobar un examen, sino ante todo por el placer que producen en sí mismas y para tratar de entendernos y de entender el mundo que nos rodea». Y aprovecha esta declaración de intenciones para situar la labor del docente en esta «nueva» visión de la escuela:
«La primera tarea de un buen profesor debería ser reconducción la escuela y la universidad a su función especial: no la de reproducir hornadas de diplomados y graduados, sino la de formar ciudadanos libres, cultos, capaces de razonar de manera crítica y autónoma».
Estas dos ideas de la Introducción (leer a los clásicos por puro disfrute y formar ciudadanos libres) son las que sostienen el resto de la obra. Y no puedo estar más de acuerdo con ellas. El resto de la Introducción lo dedica a profundizar en estos postulados y a provocar a los utilitaristas y a los dogmáticos. Por ejemplo, avanzado este apartado propone lo siguiente:
«la escuela, y también la universidad, deberían sobre todo educar a las nuevas generaciones para la herejía, animándolas a tomar decisiones contrarias a la ortodoxia dominante (…). El acto mismo de la enseñanza puede revelarse, en efecto, como una forma de resistencia a las leyes del mercado y del beneficio».
Una idea esta última que ya desarrolló en La utilidad de lo inútil según la cual en una transacción comercial siempre se pierde y se gana, mientras que en la educación se enriquecen tanto el que da como el que recibe (si enseñas la Teoría de la Relatividad de Einstein a un estudiante, tú no dejas de saberla y él la acaba de aprender).
Sentadas estas bases, empecemos a disfrutar del libro. La esencia del libro son una selección de obras clásicas que tratan temas como la sabiduría (en el Banquete de Platón), la ciencia (en El Hacedor de Borges), la solidaridad (en Canción de Navidad de Dickens o en los Pensamientos de Montesquieu), la falsedad del topos, las apariencias, (en el Don Quijote de la Mancha de Cervantes o en el Cyrano de Bergerac de Rostand,), el fanatismo religioso (en el Decamerón de Boccaccio), el poder salvador de la cultura (en el Oráculo manual y arte de prudencia de Baltasar Gracián), la igualdad de género (en el Orlando furioso de Ariosto o en La esclavitud femenina de Stuart Mill ), el valor de la amistad y del cuidado (en El Principito de Saint – Exupéry), la diferencia entre costumbre y naturaleza (en los Ensayos de Montaigne), el compromiso social de la Literatura (en Cien años de soledad de García Márquez), el respeto y el amor por los animales (en la Odisea de Homero o en Amor de Maupassant), el problema de la corrupción (en El pobre Goriot de Balzac), la política (en Recuerdos de Guicciardini), la importancia de los procesos (en Ítaca de Cavafis), la fuerza de la poesía (en Autopsicografía de Pessoa), o la función de la educación (en Sobre la educación de Einstein). Estos son algunos de los topics y las obras que aparecen en esta «pequeña biblioteca ideal» que nos propone Ordine.
Personalmente sólo he leído unos pocos de todos estos títulos, pero me he apuntado otros muchos para mi lista de «pendientes». Son estos libros sobre libros los que me sirven como guía de lectura. Entre tanta lectura de Literatura contemporánea está bien intercalar algún Clásico. Algún libro de esos que llenan el alma, enriquecen el espíritu y nos permiten cercanos a esa altura intelectual y cultural que anhelamos los inconformistas y los ávidos por aprender más y más a todas horas. Salgamos de las prisas, de la inmediatez, del logro sin esfuerzo, y dediquémonos al estudio, a la lectura, al razonamiento sosegado y fundamentado, y a mejorarnos a nosotros mismos. La felicidad no reside en el dinero, ni en un currículum brillante, la felicidad está en que hacemos fuera de las exigencias del mercado:
«Que otros se jacten de las páginas que han escrito
a mi me enorgullecen las que he leído»
(Jorge Luis Borges, Un lector, Elogio de la sombra)
¡Nos vemos en la próxima reseña!
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