‘Siempre listos’ (para leer este libro)

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“He conocido a cobardes y he conocido a héroes – prosigue el hombre –. A todos los héroes los guía su corazón; a los cobardes, la cabeza. No lo olvides. Los héroes no calculan ni evalúan. Hacen lo que está bien”.

Hace un año estaba leyendo “Canciones de amor a quemarropa”, un libro que todavía recomiendo. Todavía recuerdo a Lee y a Beth, sobre todo a Beth, y en su momento deseé que todos mis amigos encontraran una Beth en su vida. Pues ahora quiero que todos mis amigos sean Nelson. Y en cierta forma lo son. Claro que lo son.
No sé qué tiene Nickolas Butler pero dibuja maravillosamente bien los personajes, son perfectamente reales. Puros contrastes y contradicciones. Miserables y admirables. Como todos nosotros. Y así lo expresa en boca de uno de sus personajes al final del libro:

“Mira Rachel, el mundo no está hecho de gente buena y gente mala. El mundo lo componen los que tienen hambre y los que no. Todo es cuestión de energía, o de entropía. Si tienes hambre de comida, también tendrás hambre de Dios. O de política, o de alguna clase de amor. Las personas hambrientas tienen en su interior unos agujeros que no se pueden llenar. Entiéndeme. He visto a personas famélicas que estaban en paz con el mundo. He estado en pueblos donde la gente famélica me dio su cena. No me refiero a la comida, sino a una clase de hambre más profunda, esos agujeros”.

Y el libro nos sugiere que ante comportamientos erróneos no debemos juzgar, debemos aprender. Esto me parece genial. Y lo así lo explica a través del gran Nelson cuando Trevor tiene que soportar ver como su padre se enrolla con su amante delante de sus narices:

“Bueno, tú lo único que puedes hacer es tratar de ser un hombre mejor. Los momentos como este los aceptas y aprendes de ellos. Piensas: “No quiero ser un padre así. No quiero ser un marido así”. Y guardas eso en tu interior, como un recuerdo, pero también como algo más grande. Un código”.

Y aquí está el imán más grande la historia que me he encontrado en un libro: una historia de scouts. Boom! Scouts! El hilo conductor de todo el libro, de los comportamientos de todos los personajes, gira en torno al Escultismo, quizás para tirarlo por tierra como en este pasaje:

“…y los Boy Scouts, como les pasa a todos los códigos morales, solo presentan un conjunto anticuado de tablas de la ley cuyas palabras se deshacen y se desdibujan por el efecto de una lluvia ácida que vuelve a transformar la piedra en arena, hasta que todo queda reducido a un sinfín de partículas minúsculas que no dejan de moverse bajo nuestros pies”.

Pero no, la verdad es que el uso del recurso de los Scouts (en el libro se refiere a los Boy Scouts, porque EEUU es el único país que mantiene esa diferencia, aunque en el resto del mundo es un movimiento coeducativo), es un recurso de autoridad, de rigor, de fortaleza, de compromiso y de valores cívicos. Eso sí, son humanos, y por lo tanto incongruentes, viciosos, pasotas, con un código axiológico marxista (de Groucho, no de Karl).
Esas miserias son las que hacen atractivos los personajes al lector. Son esas fallas en su sistema ético las que nos mantienen enganchados a la historia. Es increíble el poder de atracción que tienen las penas, las desgracias, los errores vitales. Y aunque nos atraen las miserias, nos conmueven los aciertos, y aquí es donde se hace grande Butler. De las más grandes desdichas surgen las mejores personas. Y de esto el libro está repleto. Pero si tenemos que destacar un personaje, ese es Nelson Doughty. Nuestro Russell de UP en formato literario. Un niño marginado, que sufrió acoso y abusos siendo un pequeño tropero y un infeliz hijo de familia desestructurada. Con un corazón inmenso. Con una fuerza de voluntad a prueba de bombas de crueldad infantil. Con una amplia sonrisa y el pecho lleno de insignias scout. La bondad y el amor en un cuerpo infantil. La relación con su madre maltratada es para llorar de la emoción en cada frase. Al final del libro, tras pasar tres generaciones de personajes, Trevor reflexiona “es raro, ¿verdad? Un hombre como el jefe de tropa Doughty, un héroe de guerra. He oído contar que de él también abusaron, aunque cuesta imaginarlo, ¿no?” y Rachel (otro personaje genial) le responde de una forma conmovedora “Todos hemos sido niños pequeños”. Pero el mejor homenaje a Nelson en todo el libro se lo hace su único amigo de la infancia Jonathan Quick, aunque tampoco fueron verdaderos amigos, éste piensa en Nelson, y el narrador lo expresa de la siguiente forma,

“No obstante, en cierto modo, quiere a ese hombre. Lo quiere por su vida inverosímil, por su semirrígido código moral, y por la vieja y feroz brújula que siempre ha llevado en el pecho, señalando la buena dirección, el norte auténtico”.

Ese norte auténtico es ‘el corazón de los hombres’, y aunque muchas veces esta sociedad parezca formada por millones de Hanibal Lecter que devoran corazones al más puro estilo Saturno de Goya, al final brillan las buenas personas.

Y a esas buenas personas titilantes, y esta es la moraleja del libro, no se les olvida. Como decíamos en la Manada Yalhawa, no les olvidaremos mientras podamos seguir nuevas pistas.

 

¡Buena caza y hasta la próxima reseña!

4 comentarios sobre “‘Siempre listos’ (para leer este libro)

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  1. Qué reseñaza, leí el anterior de Butler, para mi lo más memorable fueron los personajes. Aunque no voy con prisas este no me lo saltaré.
    Nos atraen las miserias, nos conmueven los aciertos y las personas brillan. Lo necesito, definitivamente 🙂

    Le gusta a 1 persona

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