Si solo vas a leer un libro en tu vida, que sea Don Quijote de la Mancha
Hoy comienza un nuevo curso escolar y yo doy por iniciado un nuevo curso lector. Espero que hayáis disfrutado de las vacaciones y que hayáis tenido tiempo para leer. Yo he cumplido uno de mis grandes objetivos lectores y con él quería abrir las reseñas de este nuevo curso: Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cerbantes (no es una falta de ortografía, así firmaba el autor y así se respeta la b en esta edición). Hay muchísimas ediciones de la obra, a mi me han regalado la edición de Reino de Cordelia con unas ilustraciones maravillosas de Miguel Ángel Martín, reconocido internacionalmente como uno de los mejores ilustradores españoles. Si tenéis acceso a esta edición os la recomiendo, cuesta un poco entrar en el formato, pero luego se disfruta muchísimo.
Supongo que no esperáis que vaya a hacer una valoración del segundo libro más leído de la Historia de la Literatura, después de la Biblia (sin salir de la literatura de ficción), pues no tengo los conocimientos técnicos suficientes ni soy tan presuntuoso. Me limitaré a hacer algunas reflexiones personales de lo que esperaba y lo que me he encontrado. Para empezar, sinceramente, creo que muy poca gente hemos leído El Quijote; todos sabemos cosas de él, incluso quizás hayamos leído algún pasaje, pero muy pocos nos hemos leído las dos partes y las más de mil doscientas páginas de la obra. Lejos de ser un reproche, es una reflexión sobre cómo es posible que esta maravilla no sea leída; todos los años se publican cientos de novedades editoriales, se reeditan libros antiguos, se dan bombo a auténticos blufs, no salimos de los cuatro o cinco clásicos facilones (algunos de los cuales, dicho sea de paso, yo no he leído aún pero también quiero leer) y no nos sentamos a leer esta auténtica joya.
Sobre el contenido, me ha sorprendido la cantidad de matices que hay dentro de la novela. Cervantes encuentra el espacio para reflexionar sobre el amor, la libertad, el destino, la amistad, la confianza, el poder, las clases sociales, la pobreza, los valores y muchas otras cosas más, sin perder un altísimo criterio literario y un manejo brutal del idioma explorando todos los rincones del mismo: oralidad, poesía, matices sociales en el lenguaje, conocimiento de la literatura pasada y de la época y un vocabulario vastísimo que supone un permanente reto para ampliar el bagaje lingüístico de cada uno (desde la lexicología, pasando por la sintaxis y la semántica, hasta la gramática, ¡es que todo está en este libro!).
En lo personal, se trata de un libro que siempre he querido leer pero nunca me había atrevido. Creo que requiere de mucho músculo lector y quizás incluso necesite de cierto halo mítico para disfrutar de su lectura, ser consciente de lo que tienes entre manos, de que estás leyendo una novela fundamental para entender la literatura desde el siglo XVI hasta la actualidad, que debes exprimir cada palabra, expresión, refrán, frase, giro de guion y tramas secundarias; en definitiva, tienes que estar flipadísimo con lo que supone este libro para leerlo, es un libro para amantes de la literatura, para esos a los que “del poco dormir y del mucho leer” se nos seca el cerebro como a Alonso Quijano el Bueno. Flipadísimo para leer el archiconocido inicio de la obra con cierto nerviosismo; para sorprenderte con que el pasaje de los molinos esté tan al principio; para querer casi más a Sancho que a Quijote; para reírse con ellos y de ellos; para disfrutar con unos secundarios maravillosos como Ginés de Pasamonte, Cardenio, Maritornes, el bachiller Sansón Carrasco, los duques, Teresa Panza, y tantos otros; para terminar el libro y saber qué es el bálsamo de Fierabrás, el yelmo de Mambrino o Clavileño, todos estos iconos ya presentes e insertos en la cultura popular pero que desconocía su origen.
Podría extenderme mucho en esta reseña porque tengo el libro lleno de marcas, algunas sobre pasajes que me han encantado (el discurso de Quijote sobre las armas y las letras, por ejemplo), otras son frases que me gustaría recordar (qué cuerdo está Quijote cuando todos lo consideran un loco), algunas son palabras nuevas o que han cambiado su significado con la evolución del lenguaje (por ejemplo, puesto que significa “aunque”, tal vez significa “a veces” y un retrete es un retiro o un reducto), otras veces son sorpresas como encontrarte guay como queja (¡ay!) y a veces son capítulos enteros como en los que Quijote da consejos a Sancho antes de tomar posesión como gobernador de la ínsula Barataria. Como os decía, podría alargar esta reseña hasta el infinito compartiendo con vosotros reflexiones sobre las cuestiones que plantea Cerbantes a través de Quijote y el resto de sus personajes, pero tendré que dejar algo para unas cañas literarias, así que, nos vemos en los bares y seguimos hablando del libro.
Don Quijote de la Mancha es un libro al que volver, una referencia estable, una estrella polar en la literatura, una brújula literaria, un lugar en el que se es feliz. Un libro que (a riesgo de quedar como un pedante asqueroso) recomendaré hasta el infinito con la siguiente fórmula: si solo vas a leer un libro en tu vida, que sea Don Quijote de la Mancha.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
PS: Ah, una cosa más, es muy recomendable completar la lectura del libro con artículos, testimonios o incluso podcast sobre el libro, se disfruta mucho más sobre todo si no eres filólogo o experto.