Una oportunidad irremplazable para conocer a Charlotte Salomon y disfrutar con David Foenkinos
Conocí a Foenkinos a través de su última obra Hacia la belleza, una novela impresionante. Decidí que tenía que leer más de él. Ahora os traigo Charlotte, y aun tengo pendiente La delicadeza. Charlotte trajo consigo los premios Premio Goncourt des Lycéens 2015 y Renaudot 2015 a su autor y supuso la reafirmación de Foenkinos en el panorama internacional, después de que despuntase con extraordinaria fuerza en 2009 con La delicadeza.
En Charlotte, Foenkinos cuenta la historia de la mujer que da título a la novela: Charlotte Solomon, una pintora alemana de origen judío que huye de la Alemania nazi para refugiarse en el sur de Francia, donde comenzará a escribir la historia de su vida y del gran amor que deja atrás. En 1943, fallecía en Auschwitz, con 26 años y embarazada. En esta novela el autor francés realiza un enorme despliegue de delicadeza y lirismo, dibujando a su protagonista con mucho mimo. Charlotte se eleva frágil, aunque firme: lo que el lector recibe es una caricia honda, suave y dolorosa. Su historia un drama que había que contar y que Foenkinos eleva a la categoría de arte. El autor se dirige al lector en varias ocasiones, una de ellas para explicar el porqué del uso de la estructura de la poesía, “Me he pasado años tomando notas. / He recorrido su obra sin cesar. / He citado o recordado a Charlotte en varias de mis novelas. / He intentado escribir este libro muchísimas veces. / Pero ¿cómo? / ¿Debía incluirme en él? / ¿Debía novelar su historia? / ¿Qué forma debía adoptar mi obsesión? / Empezaba, probaba, luego renunciaba. / No conseguía escribir dos frases seguidas. / Me quedaba varado en todos los puntos. / Imposible progresar. / Era una sensación física, una opresión. / Sentía la necesidad de poner punto y aparte para respirar. // Entonces caí en la cuenta de que había que escribirlo así”. De hecho, en una entrevista para El Cultural reconoce que “la escritura era diferente, en verso libre, yo apareciendo a mitad de novela. La forma se me impuso sola. Pensé, mis lectores no me van a seguir (…) éste es el libro que siempre he querido escribir. Nunca he escrito con este grado de intensidad, de locura, de pérdida. El libro ha hecho de mí otro hombre”.
En la novela destaca la habilidad de David Foenkinos para contener su expresividad, que se escapa a través de las grietas dulces de su relato, se lleva aquí a una dimensión desconocida en su novelística previa, construyendo a un personaje inolvidablemente tallado, pulido y humanizado. Tiene algunos fragmentos memorables, por ejemplo “todas y cada una de las frases de su carta parecen impregnadas de pesar. / Hasta las comas parecer ir a la deriva” o también “es como pedirle al gris que ilumine el negro”. Foenkinos es uno de los autores franceses actuales de referencia. No le perdáis la pista, porque hace magia con las palabras.
En la novela también destaca su gusto por el arte y por la pintura. En Charlotte se ve esta pasión, pero creo que es una constante en la obra del autor. Foenkinos aprovecha a otros personajes para describir el genio de Charlotte, su estilo y su fuerza. Por ejemplo, desde el personaje de Alfred, amor de Charlotte, quien la conoce a través de sus dibujos, aprovecha para decir lo que él piensa de la artista “Gracias por los dibujos. / Son ingenuos, aproximativos, sin rematar. / Pero me gustan por la fuera de lo que prometen. / Me gustan porque oí tu voz al mirarlos. / Noté algo así como una pérdida y una incertidumbre también. / Quizá, incluso, un atisbo de locura. / Una locura tenue y dócil, formal y cortés, pero real”.
En este caso, el arte es el medio para liberarse interiormente, una vía de escape para intentar canalizar un sufrimiento inabarcable y que sobrepasa a su protagonista, “para sobrevivir, tiene que pintar su historia / Es la única salida /Se lo repite una y otra vez / Tiene que devolverles la vida a los muertos / Se detiene en esta frase / Devolverles la vida a los muertos / Tengo que ahondar aun más en la soledad. (…) / Ella, que quería morirse, empieza a sonreír (…) / Va a pintar sus recuerdos como si fueran una novela (…) /De este modo enlaza con la definición de Kandinsky. / Crear una obra es crear un mundo (…) / ¿Vida? ¿O teatro? Es una conversación entre las sensaciones / La pintura, las palabras y también la música / Una unión de las artes necesaria para que cicatrice una vida echada a perder / Es la elección que se impone para recomponer el pasado (…) / Es una vida pasada por el tamiz de la creación (…) / Aunque todo es real, ese distanciamiento se antoja necesario. / Para que el relato llegue a ser realmente libre. / La fantasía puede brotar con mayor facilidad”. Es a través de la pintura como Charlotte consigue comunicarse con el mundo, expresar todo lo que siente. Cuando pinta, Charlotte es indestructible, “la apnea creadora de Charlotte es extática”.
Estamos ante una obra genial, un acierto en todos los sentidos. Un libro intenso y conmovedor. Una oportunidad única para conocer a dos artistas, Charlotte Salomon y David Foenkinos. Por cierto, es irresistible el impulso de googlear a Charlotte Salomon [¿cuántos genios desconocidos para mí? Cuánto tengo que aprender, qué suerte tengo], os dejo algunas de sus obras para que la conozcáis. A mí me ha gustado tanto el libro como la obra de Charlotte Salomon. Ojalá a vosotros también.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
Lo leí hace unos años, un libro precioso. Hacía la belleza no lo he leído. Me lo apunto. En mi blog puse esta entrevista donde el autor habla del libro. http://convistasalhorizonte.blogspot.com/2015/09/charlotte-david-foenkinos_54.html
Un saludo
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Es un crack. Jo, es una pena que tengamos los blogs en plataformas diferentes… soy un poco paquete con esto de WordPress, pero ¿puedo seguirte aunque tú seas de blogger?
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no tengo ni idea, pero me supongo que sí, yo sigo bastantes blogs que están en wordpress, me imagino que al revés también se podrá. Yo lo tengo en blogger porque en wordpress no me entero con el inglés…
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