«Esperar es una lata. Y, sin embargo, es lo único que nos hace experimentar el roer del tiempo y sus promesas. Hay infinitas formas de demora: la que llega con el amor, la visita al médico, la espera en el andén o en el atasco. Esperamos: al otro, la primavera, los resultados de la lotería, una oferta, la comida, al adecuado, y a Godot. Esperamos la llegada del cumpleaños, del día festivo, de la suerte, del resultado del partido y del diagnóstico. Una llamada, la llave en la cerradura, el próximo acto o la risa tras el chiste. Esperamos a que cese el dolor, a que nos encuentre el sueño o se aplaque el viento. Holganza, desvarío o aburrimiento: en el apretado calendario de las horas regladas, la espera es el folio en blanco que hay que llenar. Y que, en el mejor de los casos, nos premia con la libertad».
Así empieza este ensayo sobre la espera. Y todo él es una delicia. Detenerse a analizar una situación como la espera para escribir un ensayo supongo que casi te obliga a ser exhaustivo y encontrar todos aquellos momentos de espera, sus variantes, implicaciones y consecuencias. Y esta es una de las cosas que me gusta del libro: su exhaustividad y la de veces que he pensado «coño, es verdad» mientras lo leía. El ensayo está repleto de frases para resaltar y recuperar en alguna conferencia o hasta con amigos. Os destacaré algunas de las más interesantes.
Reflexionando en torno a la espera en la infancia, escribe Köhler «en aquellos tiernos años los aplazamientos se escenificaban (…) como el mismo calendario de adviento, que liga la espera a la tentación y lo prohibido: cuando cedemos a aquella (y abrimos todas las ventanillas para saquear los huecos) llegamos a la amarga conclusión de que el que no sabe esperar se roba a sí mismo«.
Y más adelante se entretiene en una idea que, personalmente, me saca de quicio pero que es muy cierta: «hacer esperar es privilegio de los poderosos«, y nos dice la autora, «el que nos hace esperar celebra su poder sobre nuestro tiempo de vida, y el hecho de que jamás lleguemos a saber si nos está haciendo esperar a propósito es lo que le confiere a este poder un carácter ominoso«, estas personas «custodian nuestro tiempo y lo consumen, voraces y displicentes«. Qué putada, pero es verdad.
Sobre la creatividad también tiene algo que esclarecer la autora en relación con la espera. Centrándose en el proceso de creación literaria, sostiene Köhler, «la escritura se compone de un diez por ciento de inspiración y un noventa de transpiración. Mas, sin esa ruptura en el tiempo en la que aparece en la puerta la musa, todo empeño es vano. A la musa no se la obliga. Y, a pesar de todo, hay que preparar el terreno, hay que esperar». Fue más claro (como casi siempre) Picasso con aquello de que la inspiración le pillaba siempre trabajando.
También le dedica la autora un tiempo a la relación entre espera y esperanza: «No es lo mismo esperar que tener esperanza. La esperanza está del lado del futuro; la espera está atrapada en el instante. Uno tiene esperanza, uno confía en que ocurra esto o aquello, quizá no de inmediato, pero muy pronto. Cuando uno espera, en cambio, uno permanece en un estado de continua presencia, espera que algo que sucede en aquel momento pase, aunque quizás no pase nunca«. Nos queda claro que no es lo mismo.
Por último, voy a destacar las reflexiones de Köhler sobre una de mis pasiones: viajar. En relación a los viajes en el siglo XVIII y XIX escribe «un tiempo en que viajar aun significaba madurar, y en el que aquel que se marchaba regresaba siendo otro«. La importancia del camino, eso que enérgicamente decía Kerouac, «todavía nos quedaba mucho camino. Pero no nos importaba: la carretera es la vida”, Köhler lo retoma y lo expresa de otra forma menos beat, «viajar sigue siendo una de las pocas formas de ser en las que el camino puede experimentarse como meta; y sin los afanes del camino muchas veces la llegada se vuelve nimia e insípida«.
En definitiva, en un ensayo generoso, lúcido, conciso, elegante, trufado de referencias literarias (Ulises, Sherezade, Godot, Dante…) y muy fácil de leer. El prólogo de Luri me ha decepcionado un poco porque, a mi juicio, se centra demasiado en las historias bíblicas sobre la espera y a mi me aburre soporíferamente. Pero el ensayo es brillante y muy entretenido. Os lo recomiendo vivamente. Siempre que os apetezca un ensayo y no una novela, en ese caso, en el blog tenéis muchos ejemplos de grandes novelas.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
No lo conocía, pero me has convencido, del todo. Caerá pronto.
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Ole!! Pues estaré atento a tu valoración. Gracias por pasarte por el blog. Un saludo!
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