Lo mejor que tiene Tránsito es que te demuestra que la vida puede ser soporífera. Leí a finales de 2016 ‘A contraluz’ y me dejó mejor sabor de boca; de aquella novela dije que me había hecho pasar unos ratos de lectura muy agradables, y de esta tendría que decir que me agobiaba que las páginas pasaran tan lentamente, no me enganché al libro en ningún momento. Pero debo ser un ratito, porque sé de gente a la que le ha parecido la repanocha.
Al principio esperas que empiecen a pasar cosas, luego te das cuenta que llevan pasado cosas desde la primera página, pero a través del resto de personajes. La protagonista es pasiva, su vida pasa a través de la gente que se cruza en su camino. Me parece un recurso innovador e interesante, pero espero que no se repita en muchos libros porque desespera un poco al lector. También le reconozco algunas tramas entretenidas como la del ex que se encuentra por la calle, la de los vecinos de abajo o la del acto con otros escritores. Pero vais a leer páginas que, a mi juicio, no aportan nada a la novela, solo introducen tedio en el ritmo de la historia, como por ejemplo, todo lo que pasa en la peluquería o la escena final con las señoras con hijos.
Quizás no era mi momento para volver a Rachel Cusk o quizás realmente el libro no me gustaría en ningún otro momento. No creo que le de otra oportunidad, o quizás sí. Así de caprichoso soy con mis libros, por eso no me deshago de ellos.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
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