«Y al fin me encontré en medio de la llovizna del día moribundo, con los limpiaparabrisas en pleno funcionamiento, pero incapaces de apartar mis lágrimas».
Literatura con mayúsculas. Sublime. Genial. Insoportablemente bella. Brutalmente gozosa.
Nabokov da una lección genial sobre como escribir una novela. No solo inventa una historia, crea un personaje atroz y otro demacrado por la brutalidad de un perturbado, es que te pega a la página y te hace disfrutar con el peor de los delincuentes (pedófilo asesino) como si estuvieras en un inocente cuento de Dahl. Se inventa palabras (nínfula es de Nobel), poesías, juega con los nombres de todo a lo que hace referencia, ya sean canciones, moteles o personas. Es un auténtico gozo para el alma.
Me ha requetechiflado. Lo hubiera subrayado todo.