Llego diez años tarde, pero es un librazo y tenéis que leerlo
Llego a este libro gracias a las deambulaciones por mis librerías de referencia. Resulta que me acerco a Tu sueño imperios han sido y uno de los corsarios de confianza me ve con el libro de la mano y me dice “si no has leído Muerte Súbita, empieza por él, es mi Premio Herralde favorito”. Y claro, dejé ese libro y me compré Muerte Súbita, del mexicano Álvaro Enrigue editado por Anagrama y ganador del Premio Herralde en 2013. El jurado del premio valoró la capacidad de Enrigue a la hora de valerse de todas las armas de la escritura literaria para “dibujar un momento tan deslumbrante y atroz en la historia del mundo que sólo puede ser representado mediante la más venerable y maltratada de las tecnologías, el artefacto cuya regla de oro es que no tiene reglas: Su Majestad la novela”; además, ha señalado que se trata de un libro “realmente majestuoso, de enorme ambición y gran calidad literaria”. Tardé poco en hincarle el diente por las expectativas generadas y aquí estoy reseñándolo. Menos mal que le hice caso a Guillermo, quizás por mí mismo nunca hubiera llegado a este libro.
A ver cómo me las maravillo para explicaros la trama de la novela, porque no es nada fácil. Nicholas Casey en The New York Times quizás lo haga mejor que yo: “Sin un orden en particular, trata sobre cuatro pelotas de tenis elaboradas con el cabello de la decapitada Ana Bolena, un partido de tenis ficticio entre el pintor italiano Caravaggio y el poeta español Francisco de Quevedo, la conquista de México dirigida por Cortés y la historia de varios juegos con pelotas. También incluye algunos correos electrónicos que supuestamente intercambian el autor y un editor en España, así como referencias a Utopía, de Tomás Moro, a Galileo y al emperador azteca Cuauhtémoc. Y hasta hay un diálogo en el que participa el Papa Pío IV. Mejor dicho, ¿de qué no se trata la novela de Enrigue?”. En la presentación del libro, Enrigue intentaba ubicar al lector explicando que en esa pista de tenis de la plaza Navona se enfrentan “dos versiones de la modernidad en el momento en que ésta estalla: por un lado, Caravaggio, un rebelde con una idea del arte más cercana a Andy Warhol que a Miguel Ángel, homosexual declarado, condenado a muerte por el papado y representante más laxo de la Contrarrefoma, ante un Quevedo más estricto y marcado por la rigidez, lastre del imperio español y el catolicismo”.
Para mí, lejos de poder considerarla una novela histórica estamos ante un ensayo sobre el cambio de mentalidad en plena eclosión de la modernidad, “un tiempo lleno de atrocidades y también de muchas cosas hermosas” -como dice el propio autor en una entrevista-, con muchas ramificaciones que llegan hasta nuestros días. Me ha parecido un ejercicio literario brutal, que funciona muy bien. Y podía haber salido mal; de hecho, normalmente estas cosas no salen tan bien porque no era sencillo meter en la misma novela a Caravaggio, a Montezuma, a Tomás Moro, a Quevedo, a Cuauhtémoc y a Enrique VIII. Pero a Enrigue le ha salido redondo. Si hubiera que buscarle algún pero, se podría decir que Caravaggio gana a Quevedo en presencia en el libro. Enrigue se detiene en las obras del italiano (cosa que se agradece muchísimo), pero no en la del español (el propio Enrigue responde a mí inquietud y defiende que “en parte porque para los hispanoparlantes Quevedo es una figura ya arquetípica: cada quién tiene el suyo y debe ponerlo donde dice «el poeta». Por otra parte, el Quevedo de la novela es un Quevedo anterior al Quevedo histórico y célebre, es todavía un muchacho que no sabe hacia dónde tirar”). Casey encuentra otra posible debilidad de la novela “la parte de Cortés en México me decepcionó. (…) no hay tantas buenas novelas sobre la caída de México. La historia de este país tiene el mismo nivel de dramatismo (barcos destruidos voluntariamente en lo que hoy es Veracruz; la marcha a la capital azteca donde se extraen corazones pulsantes y ruedan cabezas por las escalinatas de las pirámides) y es hasta más pertinente hoy”. A esta puntualización parece haber atendido Álvaro Enrigue con su última novela, Tus imperios sueños han sido, porque parece que vuelve con Cortés y Montezuma al siglo XVI mexicano. No sabemos si Casey estará ahora más satisfecho, yo de momento ya tengo el libro en casa y prometo seguir de cerca estas y otras historias que haya escrito o pueda escribir Enrigue, ¡qué descubrimiento!
¡Nos vemos en la próxima reseña!
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