Reseña de Facendera de Óscar García Sierra

Muy sin más…

Hoy voy a ir a contracorriente. El libro que os traigo me ha dejado indiferente. Facendera de Óscar García Sierra, editado por Anagrama, y bien tratado por su editorial y por los lectores que voy viendo en redes sociales, me ha parecido un pan sin sal, de esos que intenta chupar mi hijo y termina por tirar al suelo porque no le saben a nada. No tiréis los libros al suelo, amadlos y respetadlos, pero tampoco os deshagáis en halagos a cualquier novedad editorial. Insisto, voy a contracorriente. Pido perdón por adelantado si alguien se siente ofendido por mi muy personal e inverosímil criterio lector.

La facendera, que da título a la novela, es un tipo de trabajo comunitario que moviliza a todo un pueblo con un mismo fin. El narrador de esta novela le explica el término a Aguedita en medio de una fiesta, en la que le cuenta una historia que ella va interrumpiendo con sus preguntas, “– La facendera era un trabajo comunitario típico de León al que tenía que ir todo el pueblo. – No entiendo lo de la facendera. – Pues eso. No sé. Por ejemplo, si había que arreglar la plaza del pueblo o, yo qué sé, algún camino, se citaba a toda la gente, daba igual que fuesen niños o viejos, y entre todos lo apañaban en un momento”. Una historia sobre el hijo de la farmacéutica y la hija de El de los piensos, sobre un pueblo leonés donde han clausurado las minas, se va a demoler la central térmica y no hay futuro alguno. Una historia sobre gente sin expectativas que consume ladrillos. Y también una historia de amor, de coches tuneados y quedadas en el parking de la gasolinera, de polvos en las ruinas de la ermita, de experimentos con gallos y con testículos de gallos. Y, sobre todo, la historia de quien cuenta historias para seducir, manipular, para engatusar.

A mí me ha dejado con ganas de más. Me ha parecido descafeinado. Retrata bien el ambiente rural de una zona empobrecida y abandonada como el León minero. Recurre con cierta frecuencia a la metáfora, quizás por su querencia hacia la poesía, y le funciona regular, las imágenes que proyecta no son suficientemente fuertes para que la metáfora funcione en el ambiente que quiere ilustrar. Creo que quiere ser Kiko Amat y no sabe resolverlo bien. Me quedo con la sensación de que podría haber escrito un novelón rompedor, cani, poligonero, desinhibido (rollo Montero Glez), y se queda en el intento. Toca algunos temas potentes para una buena novela, como la despoblación y la desindustrialización de una zona minera o el hastío de una generación joven sin oportunidades (sexo, drogas y tunning), pero no los lleva a buen puerto. En esta entrevista en Ethic y en esta con eldiario.es de León profundiza en algunos de sus temas. Si no queréis dejaros influir por el hater que llevo dentro, quizás el propio autor os anime a leerlo. Yo os digo que Amat o Montero Glez os dan lo mismo en mejores dosis…

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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