Reseña de Los niños de humo de Aitana Castaño y Alfonso Zapico

La memoria viva de unos valles empapados de orbayu, polvo, sudor y orgullo minero.

Como ya comenté en la reseña de Los hijos del carbón, me gusta volver cada cierto tiempo a la temática minera. Me siento cómodo leyendo sobre las bases de la lucha obrera y, en especial, de la historia de la minería en Asturias. Esta vez os traigo un libro de relatos, Los niños de humo editado en Pez de Plata y escrito e ilustrado por Aitana Castaño y Alfonso Zapico que, en su condición de niños de humo, han apostado todo lo que son en estas páginas que se funden entre la realidad y la ficción. Pronto os compartiré la reseña de la segunda entrega de esta Trilogía Minera que firman a cuatro manos Castaño y Zapico, Carboneras -sobre las mujeres de las cuencas- y acaban de sacar el tercer volumen, la novela negra Rastros de Ceniza -sobre la corrupción y el declive de la sociedad industrial-. Esto promete. Pero vayamos poco a poco.

Los niños de humo recoge los testimonios de los niños de las cuencas mineras, unos niños que crecieron en un ambiente de decadencia, muerte, silencios y dientes apretados contra el patrón. Una memoria sentimental sobre la minería asturiana, un arcoíris de sensaciones y recuerdos de los autores, pero también de otros testimonios recogidos en los chigres de la cuenca. Una serie de relatos cortos entrelazados por algunos personajes que permanecen entre ellos que permiten hacerse una idea bastante acertada de lo que tuvo que suponer vivir y crecer en aquel ambiente de polvo, fatiga y sudor. El humo es un elemento que oscurecía el cielo de las cuencas, pero también una pesadumbre y un miedo a la muerte que impregna todos los rincones de aquellos valles.

Todo esto quedaría en un libro más de relatos sobre la minería, lo que lo hace distinto es la mano de Zapico. Con su ya reconocida capacidad para plasmar en unos trazos la esencia de un relato completo, para trasladarnos a los valles del Nalón y del Caudal, a las calles de Mieres, Langreo, Laviana o El Entrego, para poner cara a los vecinos y a los mineros, la falta de medios de las familias, la humanidad de aquellos trabajadores, la angustia de las mujeres y los hijos, el orgullo obrero de una región que ha sido constantemente vilipendiada por los poderes fácticos… todo eso lo recoge Zapico con dos trazos de su bolígrafo de punta fina, y es una maravilla.

Los relatos están acompañados por un glosario de argot minero, muchos en asturianu (no digáis bable, que es despectivo), que facilita la lectura y al tiempo envuelve al lector en una capa social más profunda, la del lenguaje. Palabras como “cagamento”, “chamizu”, “culete”, “entibación”, “faltosada”, “jaula”, “turullu” o “pozu” (este último descrito como “es pozo, sin sorpresas. Pero puede que te quiten la nacionalidad cuenquil si dices: este es el Pozo María Luisa”).

Los niños de humo es una oportunidad para acercarnos a una época y una sociedad prácticamente extinguida, quedan los valles, las personas, las ruinas de las fábricas y las bocaminas, y los museos, pero ya no hay vida en esas cuencas. Menos mal que quedan estos testimonios que mantienen la memoria minera para estar orgullosos de nuestros mayores y para aprender, porque si no sabemos lo que fuimos, no podemos saber lo que queremos ser.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

Deja una respuesta

Por favor, inicia sesión con uno de estos métodos para publicar tu comentario:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

Blog de WordPress.com.

Subir ↑

A %d blogueros les gusta esto: