La trilogía llega a su fin sin atisbo de esperanza o redención
Por fin terminamos la trilogía del Niklas Natt Och Dag sobre el Estocolmo de finales del siglo XVIII, con 1795. La crítica la sitúa como una obra revolucionaria que ha rejuvenecido el thriller histórico, yo no soy tan vehemente. Mi opinión de las dos entregas anteriores, 1793 y 1794, no ha cambiado en la última entrega, pero intentaré ubicaros de nuevo.
La trilogía es la historia sobre dos justicieros amorales que persiguen a un cruel y refinado miembro de la élite de un Estocolmo que en el siglo XVIII era una montaña de basura. Como en las entregas anteriores, novela brilla en las descripciones y ambientaciones, la podredumbre y la decadencia están maravillosamente descritas. No hay espacio para la higiene ni la salvación de los personajes. Todo es asco, hasta sus destinos y sus motivaciones. Como dice Pablo Gil en su crítica de El Mundo, “la población de Estocolmo es como la tripulación de un naufragio. Estamos en 1795, huele mal y la vida carece de valor”. La cacería de Cardell y Winge llega a su fin y sabremos si consiguen atrapar al sádico Tycho Ceton o si, por el contrario, la aristocracia protegerá a su bufón. Los protagonistas se mueven por remordimientos, culpa y una infancia trágica, combustibles más que suficientes para no rendirse y dejarse llevar por la idea de que el fin justifica los medios. Ceton, por su parte, tiene motivaciones más primarias aun, disfruta con el sufrimiento ajeno y se ese disfrute es exponencial si es en público. Asiste a ejecuciones en la calle y monta sangrientas bacanales para los ricos de la época escondidos en máscaras al más puro estilo Eyes Wide Shut pero con cuchillos y mutilaciones.
La trilogía de Natt och Dag se cierra confirmando su oscura visión moral del ser humano. Sin embargo, entendiendo que quizá no hubiera alternativa, no me gusta el final de Emil y Cardell, pero el problema no es ese detalle. En general, la historia no me ha gustado, he llegado al final de la trilogía por las descripciones y la ambientación. Seguramente el autor haya revolucionado el noir y la novela histórica, pero creo que ha tejido una red de personajes difícil de seguir entre libros que no termina de cuajar por las ramificaciones que suponen en la historia y por la cantidad de escenarios simultáneos que hay que recordar. Todo esto sin la habilidad de otros escritores que sí son capaces de mantener al lector ubicado durante todo el libro, como por ejemplo, George R.R. Martin que dispersa familias por todo un mundo inventado y no te agota. En definitiva, no me arrepiento de haber leído los libros, están bien, son entretenidos, pero ha habido una bruma entre las páginas que no me han permitido disfrutar nítidamente de la novela. Dicho esto, puede que no sea suficiente para perderse esta trilogía que tantos halagos recibe de crítica y público. Así que no me hagáis más caso que al resto, hoy a contracorriente.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
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