Reseña de Elogio de la transmisión de George Steiner y Cécile Ladjali

La poesía como herramienta pedagógica para cambiar el mundo

Tengo costumbre de intercalar géneros y estilos (más estilos que géneros) y procuro no alejarme demasiado de la literatura con aroma educativo, por aquello de mantener viva la relación entre la educación y la cultura que, aunque parezcan términos redundantes, no siempre lo son. En esta ocasión os traigo Elogio de la transmisión de George Steiner y Cécile Ladjali editado por Siruela en su colección Biblioteca de Ensayo.

Elogio de la transmisión es la conversación epistolar entre una profesora del extrarradio parisino y el ilustre profesor de Cambridge. Este diálogo da pie a un intercambio de puntos de vista acerca del recurso a los clásicos, la puesta en práctica de una pedagogía de la exigencia y la satisfacción de los procesos de enseñanza-aprendizaje. De la experiencia de Cécile Ladjali, empeñada en que sus alumnos sean capaces de pensar por sí mismos, nace esta larga conversación con George Steiner. De la lucha empecinada de una profesora contra la amnesia planificada de muchos de los actuales sistemas educativos surge esta reflexión dialogada, que no sólo elogia la transmisión del saber, sino la de una actitud en la que ninguno de los dos polos educativos ha de sentirse ajeno al instinto compartido de crear al lado de nuestros semejantes. Ladjali busca el trasvase entre biblioteca y aula que decía Larrosa, “cada día llegaba a clase con maletas de libros. Incluso he hecho una lista de los que nunca volvieron a mis manos. Aun los espero. Es muy probable que dichos hurtos se conviertan en el único testimonio de un pequeño éxito pedagógico”. La conversación transita en esa búsqueda del éxito pedagógico a través de la literatura. En el fondo, el libro pretende divagar, en el mejor sentido de la palabra, sobre el rol del profesor; Steiner defiende que “el profesor ha de sacar al alumno de su mundo, conducirle hasta donde no habría llegado nunca sin su ayuda, y traspasarle un poco de su alma, porque quizá toda formación no sea más que una deformación” y Ladjali, más adelante, se reconoce al respecto en esa misma idea al afirmar que “el trabajo de un profesor consiste en ir a la contra, en enfrentar al alumno con la alteridad, con aquello que no es él, para que llegue a comprenderse mejor a sí mismo”. Son brillantes las reflexiones de Steiner alrededor de la clase magistral (“cuánto más sofisticado es el discurso, más atentos escucharán ellos”), el aprendizaje memorístico (“nuestra escolaridad, hoy, es amnesia planificada”), la escuela como un lugar de lentitud (“paciencia, duda, lentitud. Mire usted como ocurre siempre, Pascal ya lo dejó dicho: si se consigue estar sentido en una silla, en silencio y a solas, en una habitación, es que se ha recibido una buena educación. Es algo terriblemente difícil”) o la importancia de la poesía (“debería usted escribir en la pizarra estas palabras de Heidegger: Quien quiera respuestas que guarde silencio, quien busque preguntas que lea poesía”), todo ello sin perder la ironía y recurriendo a los clásicos que han dejado frases que piden piedra, “echémosle la culpa a Goethe, quien dijo aquello de que “Quien sabe hacer algo, lo hace; quien no lo sabe, se dedica a la enseñanza”. Y añado por mi cuenta: quien no sabe enseñar se dedica a escribir manuales de pedagogía”.

En 2003, cuando se publica el libro, Cécile Ladjali era una de las muchas maestras que deben existir en el mundo que se preocupa por la formación humanista de sus estudiantes, asumiendo que si no es en la escuela nunca leerán a Homero, a Cervantes, a Balzac o a Pizarnik, y que muchas veces una buena formación humanista te condiciona para bien en este mundo de impaciencia y asco. Tanto es así que sus alumnos deben crear poesía, tras haber leído mucha poesía ellos deben proponer una propia. Y el proceso reflexivo a través del cual Ladjali llega a esta propuesta pedagógica está perfectamente reflejado en la conversación con Steiner y es una gozada leerlo.

Al final del libro, Steiner le regala a Ladjali la que seguramente sea una de las mejores frases para un maestro, “es posible que ser profesora de poesía, tratar de inculcar el amor por la poesía, no sea más que una manera un poco más concisa, un poco más compleja, de hacer comprender a los alumnos en qué consiste la maravilla constante de tener un futuro por delante”. Quizá, cuando Ladjali leyó esta frase se decidió a editar este libro y permitir a todos sus lectores acercarnos a la magia que consigue que un verso de Ezra Pound cale en una joven de los suburbios parisinos y de él termine brotando el amor por la poesía. Esto es magia y solo se consigue a través de la educación. De esto trata este libro. Y detrás de él hay muchas conversaciones posibles: el rol del profesor, el poder de la literatura, los beneficios de la poesía, la posibilidad de acercar la universidad al aula de un suburbio (Camdridge/Ginebra/Harvard – Liceo Évariste Galois, en Seine-Saint-Denis) y la consiguiente relación entre eminente profesor y maestra de barrio, etc. No hay ninguna capa de este libro que no merezca ser explorada. Es una gozada. Disfrútalo.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

Un comentario sobre “Reseña de Elogio de la transmisión de George Steiner y Cécile Ladjali

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  1. Está bien enseñar a amar cualquier arte o ámbito del conocimiento o del saber, en este caso, el arte de la poesía. Pero ¿no debemos amar la poesía porque esta puede ayudarnos a amar la vida? Entonces, el fin último no es amar la poesía o el arte o conocimiento que sea, sino que estos sean trampolín para el amor a la vida.
    Saludos

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