Un acontecimiento literario de primer orden. Una maravilla.
Voy a intentar no parar de reseñar en verano. Tengo varios libros en cartera de los que me gustaría hablaros y compartirlos con todos vosotros y vosotras. Ojalá me hagáis caso en alguno y os lo llevéis a la playa, a la montaña, a la piscina, o donde sea que vayáis con libros. Uno de ellos es Ceniza en la boca de Brenda Navarro, editado por Sexto Piso. Os adelanto que se trata de un libro tristísimo, pero merece mucho la pena leer.
Ceniza en la boca se abre con el suicidio de Diego, hermano de la protagonista, tirándose desde un balcón. No has entrado en la primera página y ya estás atrapada en la lectura. Lo cuenta la hermana del suicida, una mujer que queda marcada para siempre por la muerte de su hermano, pero que ya lo estaba antes por otras circunstancias como ser mujer, joven, inmigrante y empobrecida, y unos condicionantes familiares jodidos; así los resume Carlos Pardo en El País(leed la reseña completa, está bien): “su hermano, al que ella ha criado, acaba de suicidarse. Su madre, primero madre soltera y después joven viuda, marcha a España a trabajar. Ellos crecen en México con sus abuelos y, en cuanto pueden, él adolescente y ella apenas mayor que él, viajan a España. La protagonista encadena trabajos esclavos cuidando a personas mayores (…) Tiene breves momentos de amistad con otras trabajadoras pobres, cuidadoras, emigradas, “las primas”. Con las cenizas de su hermano regresa a México: la violencia es un azar y el desamparo el mismo”. Estamos ante la crónica de una muerte anunciada, de una muerte sin remedio, porque Diego pronto fue consciente de una inmovilidad social asfixiante que le carcomía por dentro, “siento que tengo un hueco aquí en el estómago, me dijo, y se señaló la panza, y que se me sube algo muy caliente por aquí, y se tocó el pecho y luego la tráquea, y lo único que me calma es gritar”.
Hay un momento al final del libro donde la protagonista reflexiona sobre los condicionantes sociales y la asfixia que produce ser consciente de ellos, me parece un párrafo brillante sobre el que todos deberíamos sentarnos a pensar un ratito, os lo trascribo porque es luminoso (que me perdonen la editorial, la autora y los derechos de ambos): “me da la idea de que nos quiso a todas, pero luego no. Lo que pasa es que siento como traición que se haya ido y pienso que el muy cabrón no quiso a nadie. Me truncó mis planes de alguna manera, me hizo sentir manca, coja, totalmente incapacitada para sentir que tendría una vida que valiera la pena, no por él, sino porque me hizo ver cosas que yo evadía, me hizo comprender de un mazazo que una vez que entiendes tu lugar en el mundo, ese dolor de estómago que a mí me daba en ocasiones de mucho estrés, se vuelve perpetuo. Vivir con el goro goro para siempre, porque la angustia de vivir te inmoviliza. Porque del pasado se sobrevive, pero del futuro qué, ¿qué haces sin futuro? Igual eso pensó mi hermano y quizá por eso mismo es que se aventó. ¿Cuál futuro? Está muy cabrón eso de vivir para el futuro porque ya te sientes inútil en el presente y miserable en el pasado (…) ¿Cómo vives en silencio todo el ruido que ves?”. Guau. Acojonante.
Ceniza en la boca es de esos libros de los que sales siendo diferente. A la fuerza. Es un librazo, desde el manejo del lenguaje hasta la construcción de la historia, pasando por lo acertado y metafórico del título. Terminas el libro con la boca llena de ceniza, de los restos del hermano, pero también de las cenizas de un pasado y un presente arrasados, y un futuro negro y humeante. ¿Y el final? Ese momento en el que no supiste estar a la altura, te taladra la cabeza el resto de tu vida porque no tiene remedio, no hay posibilidad de dar marcha atrás o de intentar repetirlo en el futuro… la consciencia sobre la muerte es jodida porque es lo único que de verdad no tiene vuelta atrás. Y eso martiriza, es una gota que va abriendo una brecha, un puto Cañón del Colorado en tu cabeza… nunca se cerrará, si acaso se irá abriendo cada vez más. Y a la masa imposible tragar del suicidio de un hermano, Navarro le añade las piedras condicionantes de la pobreza, la sexualidad, la racialidad, el vacío familiar… todo eso lo debe digerir una protagonista joven con una cabeza imposible de digerir todo esto. Jo, es brillante cómo está contado. Qué librazo se ha marcado Brenda Navarro. Me gustaría cerrar con las palabras de, Rafa Rivas, librero de Sputnik (librería que conocía hace poco en un viaje a León gracias a las recomendaciones de mis seguidores en Instagram y que nunca les estaré suficientemente agradecidos): “Ceniza en la boca es la bildungsroman de una mujer a quien la vida golpea con dureza y los duros golpes hacen madurar antes de lo previsto y por el lado más bestia de la vida, es un relato feminista y anticolonial que reivindica sus raíces mexicanas y en el que en cierta manera la propia autora consigue reflejarse”. Dejad lo que estéis haciendo y comprad este libro. Después, terminad lo que estéis leyendo y leed esto. Es brutal. En serio. Merece la pena. Vete ya a la librería. Corre.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
Deja una respuesta