Una puta maravilla de libro, de lo mejor que he leído este año
Mi segundo “kikoamat” lo conseguí gracias a esas casualidades que existen entre libros, librerías y libreros. Antes del huracán, editado por Anagrama, es un libro que creo que está descatalogado y mis ganas de leerlo fueron superiores a las limitaciones editoriales. Lo tenían en Intempestivos (Segovia) que justamente eran colegas de Letras Corsarias (junto con La Puerta de Tannhäusen en Plasencia forman La Conspiración de la Pólvora) y en la presentación de Revancha vino Judith (librera de Intempestivos) y me trajo el libro. Viva la comunidad lectora. Tantas ganas de leerlo tenían un porqué, y es que esto que os traigo hoy es una maravilla o, como diríamos en el argot de mi adolescencia, teta de novicia.
Antes del huracán cuenta la historia de Curro Abad. Un niño de Sant Boi de Llobregat que en los años 80 (con una Barcelona convulsiva, futbolera y siempre vibrante) vive en un entorno social y familiar muy disruptivo y desafortunado. La infancia de Curro es dolorosísima y Amat no escatima en detalles ni en sufrimientos al lector. La acción transcurre intercalando otras líneas temporales, una breve que se concentra en cita con un amigo en un bar en la actualidad y otra más extensa e interesante que discurre durante su estancia en un centro psiquiátrico tras un incidente que se irá revelando a lo largo de las páginas (el huracán del título). Durante las dos líneas temporales principales Curro siempre está acompañado de un amigo. En su infancia, ese compañero de fatigas era Priu, un ser excepcional y carne de bullying. En el manicomio, tendrá de escudero a Plácido, un interno que pasará a ser su mayordomo tras salvarle de un suicidio. Estas amistades serán el salvavidas de Curro. Porque Curro es un niño adorable y víctima de sus circunstancias y de las de su familia, especialmente su abuelo y su madre.
Las reflexiones de Curro acerca de la cordura y la locura son brillantes. Amat pone en boca del protagonista una constante en sus novelas y que ya sublimó Cervantes. Lo hará a través de tres ideas. La primera es que la locura es la mayor de las corduras, “¿Sabes Plácido? Quizás lo anormal sea la cordura, después de todo. ¿No crees? Es un mundo regido por la aleatoriedad, rodeado de vacío. Crueldad y violencia. Donde nada significa nada y los inocentes son aplastados. En un mundo así, Plácido, solo puedes beber o enloquecer. Yo hice lo primero y luego, cuando eso ya no bastaba, lo segundo”.La segunda es que mantenerse cuerdo en un mundo loco es altamente irresponsable, “En cambio, toda esa gente de fuera, todos esos… normales (…) Andando por la calle con sus caras de normalidad, haciendo sus cosas normales, pretendiendo estar cuerdos en un mundo donde aviones se estrellan contra rascacielos, donde adultos violan a niños, donde terroristas atropellan a transeúntes en nombre de un Dios ficticio… (…) Los raros no son los de aquí dentro, Plácido. No. Ellos son los razonables, porque han intuido el vacío. Los locos son los que se niegan a aceptar la realidad. Sucede lo mismo que con el miedo a volar. Lo lógico es tenerlo. Lo extraño es fingir que deslizarte por el cielo sentado en un tubo de acero de varios cientos de toneladas es perfectamente seguro; que todo está bien y no hay peligro”. Y la tercera es que la locura es una consecuencia no un estado natural, “¿Sabes cuando eras niño y veías a alguien totalmente chalado por la calle, o viviendo en portales, y te preguntabas qué le había pasado para estar así? Bueno, pues yo lo sé. La gente se cree inmune, pero a veces te rompes. Algo se parte ahí dentro, los fusibles se funden. Se te queda todo suelto ahí dentro, ya no hay forma de repararlo, como cuando abres un transistor y empiezas a toquetear los chips sin tener ni puta idea. Al final lo tiras”.
Amat ha tejido un entramado literario perfecto. Una novela de altísimo voltaje. Es un librazo. Tan bonito como duro. Es un libro de los buenos, de los que la historia engancha y está carga de matices, pero hay otras capas donde la reivindicación social y la reflexión filosófica también son importantes. En algún sitio he leído que Amat practica un humor de ironía triste, y me parece una apreciación muy acertada. A los personajes de Kiko Amat los adoras porque son perdedores que intentan hacer las cosas bien; justificas sus errores porque son víctimas de una situación social, económica y política que les supera. Hay mucho de irreverente y de transgresor en Amat y eso me encanta porque lo convierte en literatura de muy alto nivel a través de personajes que nunca serían protagonistas en el mundo actual, y no es fácil. Jordi Gracia apunta en El País que “Kiko Amat ha escrito una de las más potentes novelas que yo haya leído en los últimos años gracias a la empatía cervantina que todo respira [porque crea la risa y exprime la ternura por lo raro, lo desencajado y difícil: lo entiende sin jalearlo, lo censura sin condenarlo], gracias a la perspicacia con la que se sitúa en una encrucijada pura: volverse loco es lo que hacemos todos en la vida de cada día aunque parezca que el delirio, la estupidez, la irracionalidad quede reservada solo a los ingresados en manicomios”. Leed a Amat, es un garantía de éxito aunque termines con algunas grietas en tu corazoncito. Esas grietas son las que te animaran a seguir leyendo, que los lectores tenemos cierta tendencia al dolor que nos mantiene vivos.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
Deja una respuesta