Reseña de Juliet, desnuda de Nick Hornby

Un libro-sorbete que aúna dos espacios comunes, amor y música

Hay libros que son sorbetes (ya he utilizado esta expresión en otros momentos en el blog), sirven para cambiar de plato con una sensación refrescante. No marcan el carácter de un menú, pero permiten degustar el resto de platos con mayor precisión. Pues bien, la obra de Nick Hornby es así. Ya me pasó con Alfa fidelidad, también editado por Anagrama, y ciertamente es que me esperaba algo así con Juliet, desnuda. Y no me ha decepcionado. En este caso, Juliet, desnuda viene tras Voces de largos ecos y antes del sexto volumen de En busca del tiempo perdido, Albertine desaparecida, de Proust.

Hornby cuenta la historia de un desamor con su habitual entramado musical. Si en Alta fidelidad era el amor a los discos de vinilo y a la música pop, en Juliet, desnuda es el fenómeno fan por un cantautor americano que lleva años retirado de la esfera musical: Tucker Crowe. Annie y Duncan son una pareja de treintañeros que llevan juntos más de una década y su amor gira alrededor de la dedicación que Duncan tiene con la vida y obra de Crowe, “llevaba con Duncan casi quince años, y Tucker Crowe había sido siempre parte del lote, como una discapacidad”. La vida de Annie y Duncan es tan monótona y aburrida como estable; pero Annie lleva tiempo teniendo unas aspiraciones que Duncan no compartía. Ella quería tener un hijo, “quería sentir el amor incondicional, en lugar del afecto incondicional y tibio que podía arrancar de Duncan de vez en cuando; quería que la abrazara alguien que jamás cuestionara ese abrazo, su porqué o su quién o su durante cuánto tiempo”. Hay ocasiones, seguramente más tristemente comunes de lo que pensamos, en el que una pareja permanece junta porque es fácil y porque la vida en pareja es sencilla, están juntos por inercia; así se lo dice Annie a Duncan en un momento de la trama, “el problema contigo es que no eres el tipo de persona por la que uno suele pelearse. Eres mi opción de vida fácil. En el momento en que dejes de serlo, dejas de ser una opción”. La historia de Annie y Duncan toma unos tintes dramáticos tras un doble acontecimiento: por una parte, Duncan tiene una aventura con una compañera del trabajo y se lo cuenta a Annie y, por otra parte, Tucker Crowe tras años de silencio saca un disco nuevo con una versión más íntima del gran éxito con el que se retiró. Si el primer acontecimiento desestabiliza la relación, el segundo situará a Annie, verdadera protagonista de la novela, en una tesitura complicada. Annie empezará a cruzarse emails con alguien que le provocará sensaciones y situaciones ya olvidadas. Primero se las toma como algo estimulante, pero ese juicio irá cambiando a medida que la tormenta haya pasado.

Como ya hiciera con Alfa fidelidad, Hornby escribe un libro que funciona bien, sin grandes aspavientos ni recursos literarios: una historia sencilla con personajes bien definidos. Una historia que también ha sido llevada al cine y que podrías ver un fin de semana después de comer. Ni un éxito de taquilla ni un fenómeno literario, pero una historia que se sostiene sola y que sirve para pasar unos ratos agradables de lectura. Mantiene la atención, aunque el desenlace sea previsible, porque Hornby nos convoca en dos espacios comunes: las historias de amor y la música. Si en Alfa fidelidad dije que creía que funcionaba mejor la música que el amor, aquí creo que pasa al contrario; funciona mejor la historia entre Annie y Duncan que la historia de ellos dos con Duncan. Sea como fuere, no dejarás de leer porque querrás comprobar tus teorías sobre el devenir de la historia, querrás saber cómo acaba la película, aunque hayas visto muchas parecidas y acertadamente intuyas lo que va a pasar.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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