Reseña de Gente normal de Sally Rooney

Una novela para gente diferente

¡Por fin una novela irlandesa que se entiende de corrido! Me alegro de haberme dejado llevar por la marea publicitaria que acompaña a esta novela. Todo son buenas reseñas, buenas referencias, buenas críticas, buenas palabras y buenas caras. Normalmente eso funciona como un repelente en mí, pero en esta ocasión me ha cogido con las defensas bajas y he sucumbido a los encantos de Sally Rooney y su Gente normal.

La novela narra la historia de Marianne y Connell, dos compañeros de instituto que pasarán de la ignorancia a la necesidad. Ella, de familia rica, denostada por su madre y su hermano, solitaria entre sus iguales, con mucho que aportar a quien se interese francamente por ella. Él, chico popular, criado por su madre soltera que limpia la mansión en la que vive Marianne. Su historia es un desencuentro permanente. Van desacompasados. Se gustan, pero siempre han tenido lances tan fortuitos como profundos y sinceros, nunca algo estable y permanente: “¿Sabes? La verdad es que no entendí qué ocurrió entre nosotros el verano pasado, dice. Cuando tuve que volverme a casa y todo eso. Pensé que quizá me dejarías quedarme aquí o algo. No sé realmente qué pasó al final entre nosotros. Marianne siente un dolor punzante en el pecho y su mano se alza hasta su garganta, aferrándose a nada. Me dijiste que quería salir con otra gente. No tenía ni idea de que quisieras quedarte aquí. Pensé que estabas cortando conmigo. Él se frota la boca con la palma de la mano durante un segundo y luego exhala. No dijiste en ningún momento que quisieras quedarte aquí, añade ella. Habrías sido bienvenido, evidentemente. Siempre serás bienvenido. Vale, en fin, dice Connell. Oye, voy a ir tirando. Que pases buena noche, ¿sí?” Y así todo el libro.  Mantienen un hilo conductor que impide su separación absoluta, pero sus vidas siguen caminos diferentes. Tienen otras parejas, cambian de amigos, viven otras experiencias… y siempre terminan volviendo el uno al otro. Se hacen falta y su sola presencia les revitaliza. En ese océano de desencuentros, hay dos balizas seguras: el pueblo y la universidad (el Trinity College de Dublin). Sí, porque cuando quieres a alguien tomas decisiones que te acerquen a esa persona, así Connell y Marianne decidieron estudiar los dos en el Trinity College: “Es curioso, prosigue Connell, las decisiones que tomamos porque nos gusta alguien y que hacen que nuestra vida sea completamente distinta. Creo que estamos en esa edad rara en que la vida puede cambiar muchísimo en función de pequeñas decisiones. Pero tú has sido una muy buena influencia para mí en conjunto; es decir, está claro que soy mejor persona ahora, creo. Gracias a ti”. Qué gusto es encontrar a alguien que te genera tanto bienestar.

Entre Connell y Marianne quien realmente brilla es Sally Rooney. La novela no es solo una historia de amor y amistad. La novela es un ejemplo de escritura fluida y trascendente. La elección de las comparaciones (“Marianne nota cómo se le relajan los músculos de los hombros, como si su soledad fuese un narcótico”) y el sentido del humor (“Sabe que mucha gente del ambiente literario de la universidad ve los libros principalmente como una forma de parecer cultos”) relucen entre la trama. Rooney dibuja muy bien las diferencias socioeconómicas entre Connell y Marianne, por ejemplo, en el pasaje de la beca de investigación, “Para ella la beca fue una inyección de autoestima, una feliz confirmación de lo que siempre había creído sobre sí misma: que es especial. Para él la beca es un hecho material colosal (…), que le ofrece la posibilidad de estudiar un programa de posgrado gratis si quiere, y de vivir en Dublín gratis, y de no volver a pesnar en el alquiler hasta que termine la universidad. De pronto puede pasar una tarde en Viena contemplando El arte de la pintura de Vermeer, y fuera hace calor, y si le apatece puede comprarse un vaso barato de cerveza fría. Es como si algo que toda su vida había dado por hecho que no era más que un fondo pintado se hubiese revelado real (…). Eso es el dinero, la sustancia que vuelve real el mundo. Y hay algo tremendamente corrupto y excitante en ello”. Por el contrario, la traducción tiene algunos patinazos, por ejemplo, “Connell sacó sus bolsas del maletero y las entró en casa”. Otra pincelada de estilo que marca la novela es la gestión de los tiempos. Aquí Rooney recurre a un recurso interesante y que le funciona bien: avanzar con el inicio de los capítulos y volver para rellenar el tiempo pasado. Permite mantener la tranquilidad ante los posibles giros inesperados, porque sí, es cierto: sabes cómo va a terminar la novela desde que empieza, pero da igual, funciona.

Lograr fluidez en un libro exige mucho trabajo y mucha habilidad. No me canso de repetir que “la cortesía del maestro es la claridad” y en el caso de Rooney esa claridad parece innata, pero no tiene más secreto que su talento y su destreza literaria.

¿Qué hay detrás de la novela? Podemos extraer dos ideas atemporales. La primera está muy bien recogida en la contraportada “nuestras relaciones son una conversación a lo largo del tiempo. Nuestros silencios, lo que las define”. La segunda es que el amor exige desencuentros y es en la distancia donde se reconoce el vacío de la pérdida. Normalmente ya es tarde, pero Rooney nos anima a creer en el primer amor y a vivir la vida con autenticidad, seamos normales o no (de hecho, mola más no ser normales y generar inquietud en los demás). Cooney y Marianne son gente normal a su manera, sienten, piensan, sufren, aman, anhelan cosas normales con gente normal, y no se dan cuenta de que su autenticidad y su conexión es lo que les hace tan diferentes y tan necesarios el uno al otro. Si ellos se entienden, qué importan los demás.

Gente normal es un libro para gente diferente. Gente normal es un libro para disfrutar con la prosa de Rooney y con la historia de Marianne y Connell. Gente normal es un libro, como dice James Marriot en The Times, para aprender a mirar al mundo.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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