El prometedor inicio de una trilogía que marcará un hito en la Literatura
Lo mejor de Coetzee es que está vivo. Lo mejor de Coetzee es que mantiene el pulso de Desgracia. Lo mejor de Coetzee es que es muy prolífico. No he leído mucho de él, pero todo lo que he leído me ha parecido imprescindible. Ahora os traigo La infancia de Jesús, el inicio de una trilogía que acaba de concluir este 2019 y que seguro que va a dar mucho de qué hablar.
La infancia de Jesús comienza con la llegada a la ciudad de Novilla de Simón y David. Lo hacen después de una travesía en barco y de una estancia previa en un campamento donde han recibido sus nuevos nombres y se han familiarizado con el idioma oficial: el español. Después de ser recibidos en el Centro de Reubicación, encontrar alojamiento y un trabajo como estibador en el puerto para Simón, se dedicarán de manera obsesiva a buscar a la madre de David, de cinco años. Una tarea complicada teniendo en cuenta que en la ciudad los recuerdos se van desvaneciendo, el olvido se impone como una necesidad, se empieza desde cero. En palabras de una funcionaria: “la mayor parte de la gente, cuando llega aquí, ha perdido interés por sus antiguos afectos”. Novilla es una ciudad, no tengo claro si distópica o utópica, a través de la cual Coetzee nos propone un marco interesante. En Novilla los servicios esenciales son gratuitos o de muy bajo coste: lo indispensable es accesible a todos. La gente es amable pero con cierto grado de indiferencia, sin aspiraciones, «debo decirle que esa benevolencia es lo que encontramos constantemente. Todo el mundo nos desea lo mejor y está dispuesto a ayudarnos. Nos vemos transportados literalmente por una nube de buena voluntad. Pero todo es un poco abstracto. ¿Puede la buena voluntad satisfacer por sí sola todas nuestras necesidades? ¿No es parte de nuestra naturaleza anhelar algo más tangible?«. Además, su actitud ascética les lleva no solo a reprimir los apetitos sexuales sino incluso el hambre, así como a rechazar el uso de avances técnicos que mitiguen sus fatigosas tareas. Creen en la reencarnación y algunos asisten a cursos donde se imparte una filosofía de corte platónico.
David es el verdadero protagonista de la novela, un niño inquieto, con muchas preguntas sin respuesta, con anhelos y carencias, obediente al principio, con una figura paterna clara en Simón y una desdibujada figura materna que será el centro de este libro. La relación con Simón al inicio del libro es maravillosa. David siente auténtica devoción por Simón. Pero Simón será reticente al principio, buscará alternativas adultas para David y se separarán. Cuando Simón se quiera dar cuenta de lo que realmente significa David para él, el niño ya se sentirá perdido… David empieza la novela siendo un niño brillante, aprende rápido y es proactivo. A falta de asistir a una escuela (al principio por desconocimiento y después por negación de sus responsables), Simón le enseña a leer con El Quijote y, sobre todo, su formación se centrará en una serie de valores universales de los que Simón se hará cargo. Sin embargo, poco a poco, asistiremos a un proceso de desnortación en David producido por unos adultos irresponsables. Así se lo hace ver una psicóloga a la que asisten con el niño: «le falta algo que no puede reemplazar el amor ni la buena voluntad (…) creo que las dificultades de aprendizaje de David se basan en su confusión ante un mundo en el que han desaparecido sus padres verdaderos, un mundo al que no sabe cómo llegó«. Ante todos los acontecimientos que sucederán alrededor de él, David empezará a sentir una tremenda frustración y dará paso un mundo interior donde «es libre de inventar sus propias respuestas«, un acto implacable de rebeldía infantil. David es un niño en un mundo difícil para los adultos e inabarcable para él. David es un niño inquieto, preguntón, caprichoso, rebelde, insistente, falto de amor y de referentes. David es un futuro lleno de posibilidades. Y espero que los siguientes libros de la trilogía nos propongan un joven y un adulto interesantes. No espero menos de Coetzee.
Las interpretaciones del libro son muchas. «¿Un evangelio alternativo? ¿Una sátira despiadada? ¿Historia de apocalipsis?» De momento es pronto para contestar a las preguntas que se planteaban en la reseña del ABC, aun tengo que leer las otras dos novelas de la trilogía, pero tengo la sensación de que ABC ha hecho una lectura demasiado interesada de la novela. Sin embargo, Coetzee nos muestra una sociedad cerrada, muerta, sin objetivos. Un limbo al que solo cabe cuestionar, como hace David, ese elemento extraño, inadaptado, símbolo de una renovación posible y generadora de esperanzas, el salvador que, como anhela Simón, ofrezca una nueva y más satisfactoria vida; y puede haber alguien que se haya visto condicionado por el título La infancia de Jesús, pues resulta desconcertante que el nombre de Jesús no se menciona una sola vez en el texto. Sea como fuere, cuando avance en la trilogía intentaré darles respuesta. De momento os recomiendo encarecidamente la lectura de este libro. Coetzee no deja indiferente a nadie; plantea complejas disyuntivas filosóficas sin una respuesta clara; y dibuja personajes en apariencia contradictorios consigo mismos que serán muy versátiles en el devenir de la trama. Es un auténtico genio y a los grandes hay que leerlos y agradecer que sigan escribiendo.
¡Nos vemos en la próxima reseña!