Reseña de En el jardín del ogro de Leila Slimani

Una novela con un encanto provocador que te atrapará

Os traigo uno de mis descubrimientos de este año. Ya. Podría conocer a la autora desde antes. Perdonadme. Tengo tanto que leer que a veces se me pasan algunos «must». Pero voy a intentar arreglarlo reseñando En el jardín del ogro de Leila Slimani editado por Cabaret Voltaire, publicado en marzo de este año (aunque el libro es de 2014). Os adelanto que a mi me explotó la cabeza cuando me di cuenta de la dimensión del libro que tenía delante.

Adèle es una mujer con una vida idílica. Vive en Montmartre, trabaja de periodista, está casada con un médico especialista y tienen un hijo de tres años. Pero como pasa con los personajes de Big Little Liars (y hasta aquí llegan las semejanzas) Adèle tiene un reverso tenebroso: es una mujer hipersexual, “en cuanto cierra los ojos, oye ruidos, resuellos, gritos, golpes. Un hombre desnudo que jadea y una mujer gozando. Querría entregarse a una jauría, y que la devoren, la chupen, la traguen entera. Que le pellizquen los pezones, le muerdan el vientre. Querría ser una muñeca en el jardín de un ogro”. La mayor parte del tiempo es capaz de controlar los impulsos, quiere mantener su estabilidad y el éxito de su vida, pero el deseo no lo controla y sabe que “desear ya es ceder”. Su vida es una completa engañifa y el mayor escollo para dar libertad a sus pulsiones es su hijo, “Lucien es una carga, una imposición a la que cuesta adaptarse (…) El amor está presente, de ello no tiene duda. Un amor sin pulir, víctima de la rutina cotidiana. Un amor sin tiempo para sí mismo. Tuvo un hijo por el mismo motivo por el que se casó. Para pertenecer al mundo y protegerse de cualquier diferencia con los demás. Al convertirse en esposa y madre, se rodeó de un aura de respetabilidad que nadie puede arrebatarle. Se construyó un refugio para las noches de angustia y un retiro cómodo para los días de desenfreno”. Puta sociedad patriarcal dominada por “fachos” (término que descubrí y desde entonces adoro en Lectura fácil de Cristina Morales –enhorabuena, crack, por el Premio Nacional de Narrativa 2019–). ¿Cuántas mujeres vivirán como Adèle una vida no elegida dominada por la deseabilidad social? Ojalá cada vez menos, pero me temo que aun son muchas las que no eligen su vida y siguen los dictados de una sociedad machista. Porque, a mi juicio, la hipersexualidad puede ser vista como un problema o como un estilo de vida igualmente digno que cualquier otro. El problema de Adèle es que debe cortar con todas las cadenas sociales que la impiden ser como realmente es. ¿O el problema es que Adèle no recibe la ayuda necesaria? Es dilema que plantea el libro es muy interesante y el debate requiere de sosiego y tiempo, algo que no abunda en las reseñas. Sea como fuere, Adèle sabe que su bajada a los infiernos del sexo infiel no le trae nada bueno, solo mentiras y engaños cada vez más grandes. Y lo intenta controlar. Pero no puede, “sus obsesiones la están devorando. No puede impedirlo. Como necesita mentir, su vida requiere una agotadora organización que le ocupa por completo la mente. La reconcome. Organizar un falso viaje, inventar un pretexto, alquilar una habitación de hotel. Elegir el adecuado. (…) Mentir pero sin justificarse demasiado. Las justificaciones alimentan las sospechas. (…) Retirar dinero líquido sin dejar pistas. Dejar la cuenta en rojo por comprar ropa interior cara, trayectos en taxi, cócteles a un precio desorbitado en los bares de los hoteles. Estar guapa. Estar lista. Equivocarse, por su puesto, de prioridades. No llegar a tiempo a la cita con el pediatra por culpa de un beso que se ha prolongado. (…) No conservar justificantes de nada, ninguna factura, ninguna prueba”. Agotador. Si todo ese esfuerzo lo encauzada a cosas positivas, Adèle podría ser más feliz. Sin embargo, Adèle hace todo eso porque no puede controlar sus ganas de follar. Llega a desear que su marido se muera, “a las viudas les perdonan muchas cosas. El dolor es una disculpa extraordinaria”, pero rápidamente recula, “no, ese escenario no funcionaría (…) debe reconocer que Richard es esencial para ella. No podría vivir sin él. Carecería de todo. Se vería obligada a afrontar la vida, la verdadera, la horrible, la concreta”. Y claro el desastre llega. Y tras el desastre, deslumbra aun más el genio de Slimani. Control del ritmo. Tras la tormenta, la calma y con ella la autora se reserva el estado de la situación para más adelante y narra una escena rutinaria. Mola. Otro momento en el que se percibe claramente la maestría de Slimani es en el sueño con el padre muerto hacia el final del libro, son tres párrafos de absoluto deleite lector.

Al final Richard parece que pone la cordura con una frase que resume perfectamente el libro y la vida: “las personas insatisfechas destruyen lo que las rodea”. Pero Richard es un hombre enamorado, con ese amor romántico que ahora despreciamos y que en el libro sitúa también en esa perspectiva, porque Richard piensa que Adèle puede cambiar, “No se acaba, Adèle. No. No se acaba. El amor solo es paciencia. Una paciencia devota, ferviente, tirana. Una paciencia optimista contra toda razón. No hemos acabado”.

En el jardín del ogro es un libro necesario. Es una sociedad que camina (lentamente) hacia el feminismo libros como este y autoras como Leila Slimani son imprescindibles. El proceso de liberación de la mujer de los yugos impuestos por los fachos necesita elementos culturales como estos. Gente que lea estas historias. Que entienda a Adèle, que la respete, que le desee lo mejor, la libertad, que se encuentre a sí misma, que sea capaz de elegir sin esperar nada de nadie. Hay más libros así, por supuesto, sin entrar en el ensayo feminista (a veces demasiado provocador, si es que “demasiado” es un adverbio propio de utilizar para describir un ensayo); hace poco reseñé El sermón del fuego de Jamie Quatro editado por Libros del Asterioide y creo que ambos libros comparten enfoques. Y autoras como Leila Slimani también hay más, por supuesto, pero tenemos que dar las gracias a la editorial Cabaret Voltaire por permitirnos disfrutar con esa marroquí que tanto tiene todavía que darnos. Tengo pendiente Canción dulce, con el que ganó el Premio Goncourt 2016, y Sexo y mentiras. Los leeré. Seguro. Y os recomiendo hagáis lo mismo. No os perdáis a una de las plumas más potentes de la literatura actual.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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