La divertida crónica de un sueño cargado de amor por los libros, ilusión y resignación
No recuerdo cuándo empezamos a seguirnos en Instagram ni cuándo comenzamos a comentar en los post que subíamos cada uno, pero creo que Belén Rubiano fue de los primeros perfiles que empecé a seguir y diría que ella fue de mis primeras followers. Este vínculo de redes sociales puede llevar ya más de un año y la verdad es que no tenía ni idea de su pasado como librera ni de su capacidad escritora (¡cuántas cosas no se cuentan por redes y qué buena idea dejarlas para una novela!). La publicación del libro me sorprendió y ahora que lo he leído me ha cautivado. Podría parafrasearla y afirmar que “es innegable que en Instagram te relacionas con el lado soleado de la humanidad. Si leer no hace más feliz, sí nos hace más sensibles, respetuosos y gentiles, que no es poco”. Sin duda, Belén es un ejemplo perfecto.
En Rialto, 11 Rubiano comparte su experiencia como librera a través de una crónica de los momentos más significativos. Un texto cargado de ternura y amor por los libros, con grandes dosis de ironía y de un sentido del humor resignado. Empieza muy fuerte. Los momentos de hacer realidad su sueño son los mejores del libro. Se perciben perfectamente las ganas y la ilusión depositada. A raíz de lo expuesto en el libro, Belén tuvo que ser una librera excelente; me encanta el episodio con la señora a la que recomendó Orgullo y Prejuicio y tras leerlo decidió que “si a usted no le importa, a partir de ahora yo vengo, le digo el dinero que traigo y usted me da lo que le dé la gana. Gracias, de verdad, que no se figura lo que ha hecho conmigo”. Me parece un lujo dar con una librera así. Yo tengo esa suerte también con mis infames favoritos. Los pinitos de Belén en la radio, la prensa y las revistas también son entretenidos y permiten hacerse una idea de lo que significa amar los libros y la literatura: trabajar sin cobrar y comprometerse semanalmente a columnas, críticas, reseñas, comentarios, directos de radio… todo por hablar de libros (únicamente aceptando que la presenten como la librera de Rialto). Los episodios con clientes son delirantes y están cargados de humor y melancolía; supongo que serán perfiles de clientes que se repiten en todas las librerías y que cualquier librero identifica: agradecidos, jetas, habituales, esporádicos, exigentes… Sin embargo, la decadencia de la librería es una parte más floja de la novela. Da la sensación de que a Rubiano todavía le cuesta hablar de ello; quizás necesite alejarse más emocionalmente porque parece que escribe contenida, sin darlo todo. Cierto es que se desnuda ante el lector contando las dificultades económicas por las que pasó.
Sea como fuere, Belén Rubiano ha escrito una novela entretenidísima, lúcida, aterciopelada en algunos momentos, pero áspera y cruel la mayoría de las veces. No es un relato como el de Nuestras Riquezas de Adimi o La librería de Fitzgerald, sino más amargo y melancólico. Porque si algo enseña esta novela es que hay que perseguir los sueños, cueste lo que cueste, lanzarse con ilusión e inconsciencia y ver qué pasa. Como ella misma prologa “me coloqué en una librería, monté la mía, la cerré, terminé de pagarla con sus intereses de demora algunos años después y aún la añoro, pero mereció la pena. Se anhela lo que nunca se ha tenido y se añora lo que se tuvo y se perdió. Hay tanta buena suerte en todos los rincones del verbo añorar que, si la juventud no está para arruinarte por pagar su uso, no sé para qué otra cosa puede valer. De verdad que no”.
Leed a Rubiano, payos, si buscáis una crónica cargada de ilusión y decepción a partes iguales. Si buscáis un relato de profundo amor y respeto a los libros, irónico, sagaz, ingenioso e inteligente.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
Parece que me has convencido, llevaba yo el ojo puesto en el libro. Porque… ¿Quién siendo un buen lector no se interesa por las anéctoras y las historias con libros?
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