Reseña de Serotonina de Michel Houellebecq

Sacudidas de polla, mentes y antidepresivos al más puro estilo Houellebecq

Mi tercer Houellebecq (antes leí Las partículas elementales y Sumisión). Houellebecq es un acontecimiento literario en sí mismo. No son best-sellers pero sus libros son esperados casi con la misma inquietud. Si algo tiene este autor es que no deja indiferente. Tiene grandes detractores y defensores. Hay quienes creen que sus libros tienen amagos autobiográficos y que no le podemos estar perdonando eternamente sus deslices fascistas y machistas por mucho que él se empeñe en dotarles de ficción a través de sus personajes. Y hay quienes vemos en él a un escritor provocador y transgresor cuya mayor virtud es sacudir la mente de sus lectores y mantenerles atrapados e inquietos en sus asientos.

En este libro Houellebecq describe una Francia contemporánea donde junto a las escenas pornográficas (zoofilia y pedofilia incluidas) se dibuja un país violentado por la globalización, dispuesto a levantarse contra la autoridad, con los agricultores bloqueando autopistas y amotinándose contra el poder de la capital. Florent-Claude, su protagonista, es un hombre de cuarenta y seis años, deprimido y anclado en las lamentaciones, que recuerda los fracasos amorosos que explican su actual soledad. Florent-Claude, un típico antihéroe houellebecquiano, enfrenta la vida con una buena dosis de antidepresivos (Captorix) para favorecer la liberación de serotonina, sustancia responsable de mantener en equilibrio nuestro estado de ánimo, “es un comprimido pequeño, blanco, ovalado, divisible. No crea ni transforma: interpreta. (…) ayuda a los hombres a vivir, o al menos a no morir…, durante un tiempo”. Crítica política, drogas, sexo, éxito económico… hay quien le recrimina que no aporta nada nuevo: “Se trata efectivamente de Houellebecq: primer antidepresivo en la página 8, primer 4×4 Mercedes en una carretera española en la 13, primera triste masturbación en la 18 (…) No es el inicio de una novela, es una recopilación de sus mejores éxitos”, escribe Jérôme Dupuis, crítico de la revista L’Express.

Podríamos decir sin miedo a equivocarnos que es un libro sobre el fracaso del amor. Sobre lo que pudo ser y no fue. Sobre la impulsividad y la necesidad sexual en animales (ir)racionales. Pero la novela no va solo de eso. De hecho, su máximo acierto está en el mismo sitio de siempre. Houellebecq empieza a confirmar la sospecha de que guarda una bola de cristal. Dice Alberto Olmos en El Confidencial que el único acierto narrativo de ‘Serotonina’ tiene que ver con una huelga de agricultores que acaba sofocada violentamente por la policía”. Ahí vemos al Houellebecq anticipatorio (los chalecos amarillos) que tanta admiración provoca al estar escribiendo siempre sobre lo que va a pasar (un libro tarda años en ser escrito y publicado, y es milagroso que, cuando aparece, nos hable del presente). Recordemos que otra novela suya, Plataforma, desarrollaba un atentado terrorista y se publicó un mes antes del ataque a las Torres Gemelas de 2001 y un año antes de otro parecido en Bali. Así nació la leyenda de considerarle un escritor visionario. Y hace cuatro años, su novela Sumisión terminó por catapultar al premio Goncourt de 2010, gracias al halo místico que ya envolvía su creación, rica en lo que muchos califican de profecías. “Las predicciones del mago Houellebecq” era precisamente el título que Charlie Hebdo llevaba en portada el 7 de enero de 2015 para hablar de esta ficción política en la que el país cae en manos del islamismo. Esa misma mañana, dos terroristas del Estado Islámico entraron armados a la redacción de la revista, provocando una matanza que sumió al país en el inicio de una era de psicosis. Sumisión, que aparecía justo ese día, fue leída como una advertencia premonitoria de Houellebecq.

Es un libro apasionante, desmesurado, transgresor, conmovedor, lírico, categórico, incorrecto… ya no sé si hablo del libro o del autor; sea como fuere, sigo apostando por esa frase de D.H. Lawrence, “no te creas al autor, créete su obra”. Creamos en la ficción. Vivamos dos veces. Houellebecq ofrece un libro que no dejará indiferentes, lo devorarás en dos tardes y te acompañará mucho tiempo más.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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