Este es de esos libros que han pasado más veces por mis manos en mis paseos por librerías y nunca me había animado a pillarlo. Al final, los buenos, acaban cayendo. Otros serán eternos candidatos a mi biblioteca, cada día más selecta y sin embargo más amplia. Y me alegro de haberlo leído. Últimamente pienso que los buenos libros son los duros, los que te arañan el alma, los que te crean nudos en el estómago, los que te rompen algo por dentro. El mar es uno de esos libros, ganador del Man Booker Prize en 2005.
Cuenta la historia de Max Morden, un historiador del arte al que se le acaba de morir su mujer y viaja al pueblo costero de los veranos de su infancia para escapar y disfrutar del dolor (que también es importante, dicho sea de paso). Huir para llorar, para atormentarse, para refugiarse de la alegría de los demás. Yo creo que va a eso, aunque no lo dice tan claramente el libro. El estilo de Banville inunda la obra. Su riqueza lingüística y su vasto léxico hacen que el libro florezca. Cautiva su capacidad de crear imágenes, de ir en cascada uniendo temas y escenas. Como el story boarding de las películas animadas, Banville va intercalando recuerdos con situaciones del presente, dice el protagonista “el pasado late en mi interior como un segundo corazón”, y así será todo el libro, incapaz de decir qué latido priorizar, los va alternando, hasta que consigue que el lector lata a su mismo ritmo. La historia de Anna, su mujer, con la historia de la familia Grace, con su situación actual en el hotel del pueblo. La parte del libro que más me ha gustado es la que habla de su mujer y de la relación que tuvieron con su enfermedad, creo que es la más sentida, la más visceral y la más potente, “en lo sucesivo tendría que tratar a las cosas como son, no como me las imaginaba, pues esta era la nueva versión de la realidad”. Me sorprende la capacidad de los escritores de plasmar aquello que el resto de los mortales no somos capaces de verbalizar, y su habilidad para mirar el mundo, para analizarlo y enfatizar los detalles con maestría. Banville lo hace fácil, por ejemplo, cuando salen de la consulta del médico recién les anuncia que la enfermedad no tiene cura… “a partir de ese día todo sería disimulo. No habría otra manera de vivir con la muerte”. Brutal, y real. Ser valiente significa disimular, hacer ver a los demás que las cosas van bien, sin dramatizar. Es difícil, pero es verdad, “no hay otra manera de vivir con la muerte”. Los hospitales están llenos de disimulos. Nunca lo había pensado hasta que he leído este libro. Y por eso me ha gustado. Porque me gustan los libros que me enseñan a mirar a mi alrededor desde otras perspectivas, los que me hacen “vivir dos veces”.
Larga vida a John Banville. Leed El mar si os apetece algo profundo, inmenso y divertido y severo a partes iguales, como un inmenso mar.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
Fue el primer libro que leí de Banville y me encantó. Buena recomendación. Saludos.
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Gracias Santiago! Un saludo
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