«¡Una trampa infernal! ¿Se dan ustedes cuenta? En el cerebro, la fantasía está localizada en el mismo lugar que el miedo. ¡Eso es! Miedo y fantasía están ligados de manera indisoluble. A lo largo de la historia, los más grandes soñadores siempre han vivido poseídos por los peores miedos y los más espantosos terrores. (…) piensen en Miguel Ángel, en el Brueghel pintor de infiernos, piensen en Poe…!».
Una novela muy entretenida. Engancha desde el primer momento. Absorbe. ¡Tuve que leer las primeras 90 páginas del tirón! Al más puro estilo Sherlock Holmes, entras en una espiral de dudas, intrigas, pistas falsas, caminos sin salida, quiebros argumentarles, personajes ambiguos… En pocas páginas el libro destila la esencia de autores como Lemaitre, Dicker, Eco, Conan Doyle o Christie.
El final puede desencantar pero es porque el camino ha sido apasionante. Pasa siempre. Si no, ¿por qué todos nos quisimos quedar en el penúltimo capítulo de Lost?
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