
«Ningún escultor, ningún pintor, ni Miguel Ángel, ni Dante, me habían hecho sentir nunca tan angustiosamente el gesto de la extrema desesperación, de la extrema miseria de este mundo, como aquel hombre, vivo aún, que se dejaba azotar por los elementos, demasiado abatido, demasiado destrozado para intentar un solo movimiento y guarecerse de ellos».
¿Habéis leído algo malo, flojo, desentonado, trivial, absurdo o pobre de Zweig? Es imposible, es un genio. Todas sus historias se sumergen en lo más profundo de los corazones de sus protagonistas, consigue que sangren sus corazones cuando los hurga (Sabina dixit). Esta vez, a través de la empatía, se adentra en la mente de una mujer que guardaba, en lo más profundo de su corazón y de sus miserias, una aventura. Un affaire con un desconocido por el que se desvive sin más razón que la pura atracción y la cándida intención de ayudar, y que ahora ha conseguido liberar y necesita contárselo a nuestro orador. La liberación de los sentimientos que se pudren en nuestros corazones y que consigues destripar con alguien que te genera la suficiente confianza. De esto es de lo que nos habla el libro, y así dicho parece un libro más, pero no todas las historias están contadas por Zweig, y las de este austriaco eterno hay que leerlas todas.
Disfruten, once again, del virtuosismo de este autor.
Recién me la leí de un tirón este fin de semana mientras gozaba de la paz de las vacaciones. Qué gusto sentí en el pasar de las páginas. Siempre me va a gustar un narrador tan apasionado como lo encontré en este libro. Sin duda quiero leer más de Zweig, estoy segura que ya no pararé. Gracias por la reseña.
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Gracias a ti por pasarte por aquí y dejar un comentario. Zweig siempre es un lugar al que volver.
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