«Él, que estaba asediado por las dudas -sobre su talento, su idoneidad para el amor, su aptitud para la felicidad-, ni por un minuto cuestionó nunca el valor de lo que estaba haciendo. Estaba hecho para aquel trabajo y lo sabía. Por tanto mantenía la cabeza gacha, en paz con su tarea, mientras su vida pasaba volando».
Uuuff, lo terminé. Soporífero. Creo que el fin fulmina el proceso. Quiso hacer un repaso a los últimos 30 años de las editoriales y perdió la oportunidad de contar una buena historia. Una pena.
Lo siento si esta vez no concuerdo con el criterio de la mayoría. Se que esta es una obra recomendada entre unos y otros -y por eso la he leído- pero a mi no me ha gustado.
Es la decepción más reciente de mis títulos con Anagrama.
Deja una respuesta