Reseña de La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa

Un verdadero tratado (literario y) pedagógico sobre la educación y los condicionamientos sociales

Hay cierta literatura que es un hogar. Son libros, o en casos menos frecuentes son autores, con los que nos sentimos cómodos y cuya lectura nos genera un espacio de seguridad, de paz y de sosiego como pocas personas o lugares. Ese es mi caso con Vargas Llosa. Creo que el primer libro que leí de él fue La fiesta del Chivo, y el segundo fue La ciudad y los perros, pero en una edición muy antigua que estaba en casa de mis padres. Este libro ha sido mi relectura de 2024, ahora en una edición de Alfaguara de 2020. Y ha vuelto a deslumbrarme como ya lo hiciera en su momento (y ahora sin la sorpresa final del Jaguar y disfrutando más sus capítulos). Supongo que a estas alturas esta novela no necesita presentación ni sinopsis, pero para los más despistados haré un breve comentario.

La ciudad y los perros fue la primera novela de Mario Vargas Llosa. Le costó encontrar editor hasta que cayó en manos de Carlos Barral y, dicen, no dudó. Fue ganadora del premio Biblioteca Breve en 1962 y el Premio de la Crítica Española en 1963. Tuvo otros títulos iniciales (La morada del héroe es el que más me gustaba) hasta que su amigo José Miguel Oviedo le sugirió el actual y a Mario le encantó. Con La ciudad y los perros dicen que se dio el pistoletazo de salida al Boom latinoamericano.

La novela está ambientada en el Colegio Militar Leoncio Prado. Los protagonistas, un grupo de jóvenes que se instruyen en una disciplina militar implacable y violenta, aprenden a sobrevivir en un ambiente en el que están muy arraigados los prejuicios de raza y las diferencias entre clases sociales y económicas; donde todos esconden sus verdaderas formas de ser y la transgresión de las normas establecidas parece ser la única salida. Este es el argumento, pero lo verdaderamente relevante de la obra es su manera de contarlo. El juego temporal al que nos somete el autor y la polifonía de narradores son el diamante en bruto que seguramente vio Barral en Vargas Llosa. Pero si queréis leer a expertos refiriéndose a la novela, en este link de la RAE encontraréis destacados análisis de la obra. Mi mirada personal a la novela se centra en la lectura pedagógica. Que la hay. Quizás el momento en el que más explícito se haga esta mirada es en una conversación entre oficiales, hacia la mitad de la obra. Se refieren a los chicos como “delincuentes natos” que “no vienen al colegio por su voluntad y se sienten civiles en un contexto militar”, además “a la mitad los mandan sus padres para que no sean unos bandoleros y a la otra mitad para que no sean maricas”. A diferencia de lo que pasa con los chicos que quieren ser militares que llegan “sucios, piojos, ladrones. Pero a punta de palos se civilizan. Un año de cuartel y del indio solo les quedan las cerdas”, en el colegio “ocurre al contrario, se malogran a medida que crecen”. La impotencia de los oficiales queda patente en estas palabras y en esta frase de uno de los oficiales, “la letra con sangre entra, es una lástima que a estos niños no se les pueda tocar. Si les levantas la mano se quejan y se arma un escándalo”. Supongo que lo haría sin querer, pero Vargas Llosa ha dado en muchas teclas fundamentales para entender la educación del siglo pasado y del actual. La diferencia entre educación e instrucción, el figura de autoridad, los condicionantes sociales, la transmisión de valores, los liderazgos internos, el papel de los reglamentos y las normas, todo esto en lo que los investigadores nos dejamos las pestañas en ensayos infumables, llega Vargas Llosa y en su primera novela deja muestra de que se ha enterado de todo.

Pero esta es solo mi lectura. En tu caso, lector o lectora de esta reseña, hagas la lectura que hagas de la novela, seguro que la vas a disfrutar. Déjate llevar por el autor, aunque se te escapen cosas hasta el desenlace. Déjate embaucar por el Círculo. Llora la muerte de algunos personajes, empatiza con Gamboa, deséale el éxito a Alberto y al final identifícate con El Jaguar. La vas a disfrutar y luego la vas a recomendar. Es lo que pasa con los grandes autores y las grandes novelas. Ah, por cierto, es un regalazo para estas Navidades.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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