Reseña de Blanco de Han Kang

Duelo y potencia expresiva en un buen ejemplo de literatura plástica

El Premio Nobel de este año me ha supuesto una alegría inmensa. No es común recomendar a un Nobel como siete años antes de que se lo den diciendo “algún día se lo darán, esta autora es increíble”. Y eso lo intuí habiendo leído únicamente La vegetariana, en :Rata_. Pero es que la potencia narrativa de las metáforas son dignas de un Nobel. En su momento le dieron el Man Booker Prize, pero es que incluso ese premio se quedaba corto. Kang nos erizó el pelo a todos sus lectores, nos tuvo conteniendo la respiración cada página de aquella historia. Y eso hoy en día es como encontrarse con un Pokemon legendario. Pero si es rarísimo encontrarse con esas novelas, aún más inusual es encontrarse con dos novelas, ¡y de la misma autora! Hoy os traigo, Blanco, publicado en 2017, y traducido y editado por :Rata_en 2020. Antes de nada, no sé qué género literario acoge a Blanco, pero me da igual. En Relatos en construcción, se refieren a la difícil catalogación de la propuesta literaria, “Blanco no es una novela como tal; tampoco una colección de relatos —o, si atendemos a su extensión, más bien microrrelatos—. Podríamos definirlo como una concatenación de reflexiones que parten de dos cosas: una lista y una situación”. En serio, da igual. Este libro está por encima de las etiquetas, es una pasada. El Nobel a Kang es un reconocimiento necesario, es justicia literaria para tantas mujeres escritoras que han plasmado su dolor en diferentes formatos artísticos y no han sido debidamente valoradas. Kang está con nosotros, está con vosotras, y sus páginas se leen y se lloran.

Blanco es una propuesta literaria muy sugerente. A partir de la redacción aparentemente banal de una lista de cosas blancas, Han Kang hace un conmovedor ejercicio de introspección, buscando el epicentro de su dolor existencial. Ese dolor existencia es una historia familiar, “Mi madre me contó que su primer vástago murió a las dos horas de nacer (…) Tuvo a su hija completamente sola (…) No te mueras, por favor, murmuró todo el tiempo abrazando a la niña, que era pequeñita como la palma de su mano y lloriqueaba con un hilo de voz (…) Sin embargo, trascurrida otra hora, la recién nacida dejó este mundo. Mi madre se tendió de costado abrazándola y resistió llorando hasta que se le secaron las lágrimas, mientras su cuerpecillo se iba enfriando poco a poco”. [Guau… y esto no ha hecho más que empezar]. Resulta que algunas culturas orientales el blanco es el color del luto. Quizá las cosas blancas que nos rodean preservan nuestro dolor, contienen una angustia que no sabemos ver a primera vista. Kang se adentra en una delicada indagación literaria y busca, a través de la descripción de cosas cotidianas, el mal que siempre ha sentido por la ausencia de una hermana a quien no conoció. Esas cosas cotidianas son todas blancas: manta de bebé, sal, nieve, hielo, luna, arroz, ola, canas, mortaja. Y a partir de aquí, la explosión creativa de Kang invade el texto, “Del mismo modo que brotan sonidos extraños y estridentes cuando se frotan las cuerdas con un arco, cuando restriegue esas palabras contra mi corazón saldrán oraciones, cualesquiera que sean”. Mis favoritas han sido magnolia blanca, terrón de azúcar, arena, mariposa blanca y silencio.

Al poco de empezar a leerlo, escribí en el margen de las páginas que si fuera pintor haría una serie de cuadros inspirados en el libro, en el blanco como color del luto, y del dolor. No sé si Elena Olmos (@eleolmos) o Lupe (@pekyblue) me cogerán el testigo, pero si así fuese me haría muy feliz. Porque la potencia expresiva de Kang es brutal. Sus libros son cuadros, se pueden pintar. Quizá sean páginas más cercanas al expresionismo bruto de Miquel Barceló que al realismo solitario de Hopper, pero son pintura, y de la mejor literatura. No tengo claro si este libro se pinta desde la rabia o desde la rendición ante el agotamiento vital y el duelo. Sea como fuere, este libro se pinta. Este Blanco es un filón artístico.

Como anécdota personal, lo leí en un día: el domingo 1 de diciembre, mientras Gabriel y Cristina se echaban una siesta juntos. Estas postales familiares me encantan y me reconfortan. Como reconforta leer a Kang a pesar del dolor, porque su capacidad narrativa es formidable. Y esto pasa poco.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

5 comentarios sobre “Reseña de Blanco de Han Kang

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  1. Se que tu reseña se publicó hace ya un tiempo, la visité porque leí el libro ayer y quería saber si alguien más coincidía en mis pensamientos.
    Es un libro hermoso, lo leí luego de haber leído La clase de griego porque me quedé con más ganas de Han Kang, y exactamente como mencionás yo también me lo terminé en un día.

    Algo que destaco de ambos libros que leí es su forma de tratar el dolor y el trauma. Habla de ello con respeto, usando palabras hermosas, dando la importancia que se merece al duelo, y sacando lo más lindo del mismo.

    Después de haberlo leído solo una vez se que es de esos libros que merecen la pena ser leídos muchas veces. Estoy seguro de que cuando lo revisite en unos años voy a entenderlo de una forma distinta.

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