Comentario de El hombre que camina de Franck Maubert

Escrita desde la admiración a una obra mayúscula de la escultura mundial

No recuerdo cómo llego a este texto. Es probable que la editorial me lo regalara con algún envío (tuve mis años de estrecha colaboración Acantilado) o puede que me acercara a él desde la exploración del fenómeno del caminar y la literatura, una dupla que ha dado interesantísimas propuestas. No lo recuerdo, pero me alegro de haberme detenido en él. El hombre que camina de Franck Maubert, editado en español por Acantilado, es una reflexión alrededor de lo que le sugiere al autor la escultura del mismo nombre concebida por el escultor suizo Alberto Giacometti. En este blog hemos reseñado otros libros sobre abordajes similares como Obra maestra de Xoan Tallón o El gabinete de un aficionado de Georges Perec (sobre un cuadro) o Vida de Guastavino y Guastavino de Andrés Barba (sobre las obras de dos arquitectos). Y espero que sigan cayendo en mis manos propuestas similares. Pero, vayamos al lío.

El hombre de camina está escrito desde la profunda admiración por el artista y su obra (“El hombre que camina ha modificado mi mirada, mi forma de ver, de observar una escultura. Pertenece a mi paisaje interior”). El autor despliega un ejercicio de crítica de arte que va más allá del análisis teórico o formalista: un estudio de cómo cristalizó en una determinada forma toda la visión de Giacometti sobre el espacio y la figura humana como su elemento configurador, “Giacometti no parte de un bloque, de una masa; parte del vacío. Cuando nace la escultura, cuando toma forma, con sus materiales pobres y su estructura endeble, ahí está la fragilidad. Es su propio tema, como un ser que debe soportar la vida y sus momentos de pulverización, de perdición (…) En Giacometti hay un gusto pronunciado por lo efímero, como si no pensara en la conversación de su obra”. El libro se detiene en las influencias artísticas de Giacometti, en su relación con otros grandes personajes que fueron contemporáneos como Sartre, Rodin o Bacon, y nutre todo ello de historias y anécdotas de personas que marcan a Giacometti y condicionan su forma de ver y expresar el mundo. La admiración por la obra es una constante y una de las cosas más interesantes que destaca Maubert es la relación entre la escultura y la mirada, “El hombre que camina intriga. Cuanto más lo miras, más te intriga. Hay que acercarse a él, luego recular, tomar distancia (…) Es la obra la que gobierna la mirada, no lo contrario. Y es ella también la que impone su propia escala y su carga de una vívida realidad”. Será por todo ello que en 2016, al momento de escribir este texto, dice Maubert que “El hombre que camina sigue siendo la escultura más cara del mundo (…) 74,2 millones de euros”.

En definitiva, El hombre que camina es una propuesta literaria interesante porque ofrece una mirada profunda, interesada, formada y madura sobre una obra artística de primer orden mundial, posiblemente una de las esculturas más célebres del siglo XX. Hasta aquí ya merece la pena su lectura, pero además Maubert la condimenta con referencias cruzadas con otros autores, corrientes filosóficas y artísticas y consigue que el lector saboree mucho más la obra de Giacometti. Un manjar literario y artístico, valga la redundancia.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Subir ↑