
Sigo buscando novelas de campus para ese proyecto inabarcable que tengo en mente. Ya sabéis que se trata de un subgénero un tanto difuso, que me está costando encontrar novelas que encajen en los moldes del subgénero y que esa indeterminación forma parte del encanto de las novelas de campus. Hoy os traigo Naturaleza casi muerta de Carme Riera, publicado en 2011 y editado por Alfaguara desde 2012. Carme Riera es una escritora española que escribe en catalán y castellano, guionista, ensayista, profesora de la UAB que ocupa la silla «n» en la Real Academia Española. Riera participó en las movilizaciones estudiantiles en contra del franquismo, de la guerra de Vietnam y en el incipiente movimiento feminista. En noviembre de 2015 recibió el Premio Nacional de las Letras Españolas.
Naturaleza casi muerta es su primera negra y aquí la traigo porque se ambienta en la Universidad Autónoma de Madrid, donde en noviembre de 2007 el estudiante Erasmus Romain Lannuzel desapareció misteriosamente sin dejar rastro. Este acontecimiento real es la inspiración de Riera para iniciar su novela con otra misteriosa desaparición, la de Costantinu Iliescu, estudiante rumano. Su novia y dos de sus compañeros Erasmus denuncian los hechos y remueven cielo y tierra para encontrarlo, pero tanto la policía como las autoridades universitarias creen que Iliescu se ha marchado voluntariamente. Sin embargo, los acontecimientos que se suceden tras la desaparición del estudiante rumano evidencian que algo terrible, oscuro y macabro está pasando en la universidad. Tras la investigación destaca la subinspectora Manuela Vázquez quien parece superada por una cantidad abrumadora de pistas falsas y sospechosos. En la mente de profesores, policías y alumnos se cierne la espesa sombra de quien parece ser un meticuloso y sanguinario asesino.
Para mí, Riera tiene dos aciertos. El primero es la ubicación temporal coincidente con las protestas contra el Plan Bolonia, el movimiento anticapitalista tomando la Universidad Autónoma de Barcelona, donde el imaginario prejuicioso del lector se imaginará un asesino o asesina cercano a estas protestas. El segundo de los aciertos es el conocimiento de unas jerarquías universitarias -las miserias y los miedos de los docentes, la precariedad de los investigadores predoctorales, los tejemanejes políticos- muy propicias al suspense y la intriga de las novelas negras, a esas instintivas pulsiones asesinas de los desfavorecidos por las dinámicas académicas.
Sin embargo, creo que como novela negra es muy normalita. No destaca en nada, no aporta nada diferente a la literatura del género noir y es una pena porque quienes se acerquen a la novela lo harán por compartir estanterías con Camilleri, Suárez, Josephine Tey, David Peace, Philip Kerr, Matsumoto, Elrroy o Dennis Lehane. Y no está a la altura de sus compañeros de balda.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
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