Reseña de La torre herida por el rayo de Fernando Arrabal

Arrabal se luce en una partida trascendental

Nunca había leído a Fernando Arrabal. Más dramaturgo que novelista, el melillense es uno de los máximos exponentes vivos del surrealismo. Cercano a Duchamp, Beckett o Breton, Arrabal ha sabido hacerse hueco con textos tan irreverentes como profundos. La torre herida por el rayo, ganadora del Premio Nadal de 1982, del Nabokov Internacional de Novela y publicada en 1983 por Destino, es un buen ejemplo de ello. No sé si volveré sobre el autor pronto, pero ya sabéis que estoy ávido de lecturas ajedrecísticas, y sigo teniendo pendiente Campos de fuerza de Steiner, descatalogadísimo (si algún editor lee esto, que lo intente, por favor).

La torre herida por el rayo narra el enfrentamiento por el campeonato del mundo de ajedrez entre dos rivales diametralmente opuestos: “la originalidad de este campeonato estriba en que coloca frente a frente dos conceptos del mundo antagónicos: Tarsis es un jugador con temperamento de artista que interioriza la estructura del ajedrez… como la del mundo, pero que, cuando se encuentra confrontado con problemas tácticos actúa como un técnico. Amary, por el contrario, es un hombre de ciencia que analiza de forma objetiva, fiándose de las estadísticas… pero que frente a situaciones cruciales, solo puede apoyarse en hipótesis”. Arrabal esboza dos arquetipos de jugador, pero vistos desde los ojos del oponente. El transcurso del tiempo que media entre las jugadas se utiliza también para interpretar su visión del juego y reconstruir la andadura vital de estos dos rivales. Son situaciones anecdóticas, deshilvanadas y absurdas, porque acuden a la memoria de los jugadores y permiten recorrer sus vidas desde su nacimiento hasta esta crítica competición.

Los comentarios sobre las técnicas de que se sirven uno y otro en el desarrollo de la partida conforman la verdadera trama ajedrecística, “Retrocede pues su Dama ostentosamente adelantada (…) La Dama retrocede, sí, pero con ello domina la columna y además ataca el baluarte e4… “Que se confíe Tarsis”, se dice Amary como las presuntuosas fuerzas francesas colonialistas frente al general Giap. Por encima de sus parábolas marciales, luce el rigor científico de su providencia. Es la mejor jugada” y la respuesta de Tarsis, “Tarsis con su caballo salta al baluarte inexpugnable del centro (…) Amary lo había protegido con su último movimiento y sin embargo Tarsis fuerza la posición, la revienta. Ha realizado la jugada para demostrarle a su rival que nada le es inaccesible… Pronto comprueba que es la mejor. Su instinto nunca le engaña. Piensa”. En realidad, se enfrentan dos modos distintos de entender el juego o, lo que es lo mismo, la vida, “Para Amary, el tablero es la barricada en la que se decide la partida, el campeonato, y quizás hoy la razón de su vida”.

La torre herida por el rayo se une a otros títulos que ya hemos reseñado sobre la relación entre ajedrez y literatura. Para los amantes de este género, os recomiendo los artículos que lleva subiendo desde 2012 el profesor Fernando Gómez Redondo a la web del Centro Virtual Cervantes, concretamente al espacio Rinconete. (Y si se os ocurren otros títulos, estaré encantado de recopilarlos y comentarlos con vosotros y vosotras según los vaya leyendo).

Si os gustan el ajedrez y la literatura, su mezcla los puede enriquecer y los textos que orbitan alrededor del ajedrez tienen un componente de misterio, lucidez y estrategia que los hace especialmente interesantes. Así que, animaos a leer a Arrabal, o a Nabokov, o a Vicente Valero, o a Paco Cerdà, por citar algunos autores patrios y extranjeros. Y, si dais con el libro de Steiner, por favor, compartidlo 😊

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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