Reseña de El perro de terracota de Andrea Camilleri

La dupla Montalbano – Camilleri siempre es una buena idea

Ya tenía ganas de recuperar el orden perdido por empezar la saga de Montalbano por el tercer volumen, La forma del agua. Ahora, gracias a haber leído ya los dos anteriores (uno de los cuales traigo hoy al blog) voy a respirar y a seguir leyendo por el cuarto volumen. Esta edición de la colección está bastante bien y las portadas de Riki Blanco siguen siendo muy chulas. Ojalá no se terminen y me quede con la colección a medias (no sería la primera vez que me pase). Hoy, reseño El perro de terracota, la segunda entrega del comisario Montalbano y una muestra más de la maestría de Camilleri para dibujar personajes y tejer enrevesadas tramas policiacas.

En El perro de terracota, Montalbano tiene que atender varios frentes: un robo absurdo en un supermercado, el encarcelamiento un tanto estrambótico de un capo de la mafia o un asesinato cometido durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, a pesar de la firme determinación con que Montalbano afronta la resolución de estos casos, su auténtica pasión es descifrar el contenido simbólico que encierran. «Todo crimen conlleva un mensaje, la cuestión es conocer el código de quien lo ha escrito», le recuerda un excéntrico sacerdote al comisario. Así, el principal protagonista de esta novela -como de todas las de esta saga de libros- es la particular forma de concebir el mundo de nuestro comisario. Los gestos, los detalles, las apariencias cobran un papel relevante, y el lenguaje se convierte en un instrumento clave para entender la realidad.

Como ya señalé al inicio, a Andrea Camilleri le hace falta muy pocas palabras para retratar un personaje y para enganchar al lector en el caso del comisario. Es difícil no implicarse y elucubrar posibles soluciones. Además, Montalbano se hace querer, es un ser fanfarrón, irónico y muy sagaz, un carácter que permite al lector reírse con sus ingeniosas respuestas e intentar resolver el caso a través de sus silencios y las preguntas que lanza a unos personajes secundarios que la mayorái de las veces no saben interpretar las intenciones del comisario.   

Las entregas del comisario Montalbano son unas lecturas sencillas, ágiles, entretenidísimas y muy recomendables para épocas de agotamiento lector o de mucho jaleo vital, pues sin exigir al lector, le mantienen pegado a la historia. Si estáis en una de estas épocas, Camilleri es un buen aliado.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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