Reseña de Cauterio de Lucía Lijtmaer

Feminismo sin pamplinas, sororidad literaria de la buena

Hay libros que te entran por los ojos. Normalmente en las librerías, pero también en las redes. Este es de los libros que más he visto en mi timeline en los últimos meses, así que supongo que todos lo habréis leído y, one more time, llego tarde a la cita. Sea como fuere, voy a intentar aportar mi visión de Cauterio de Lucía Lijtmaer, editado por Anagrama; el cuarto libro de la autora, pero mi primer acercamiento a esta argentina afincada en Barcelona. There I go.

Cauterio cuenta la vida de dos mujeres. Una joven que acaba de ser abandonada por su pareja huye de Barcelona a Madrid con un secreto y la convicción de que el apocalipsis se acerca. Y, Deborah Moody, otra mujer que cuatro siglos antes, se ve obligada a emigrar a las colonias de América del Norte cargando a su vez con otro secreto, muy distinto. ¿Qué tienen en común estas dos mujeres? ¿Por qué han decidido alejarse de aquello que conocen y empezar de nuevo? La novela va entrelazando la vida de ambas –la joven depresiva que deambula por la Barcelona de 2014 y la pensadora británica del siglo XVII– aunque al principio cuesta pillarle el ritmo, terminas por identificar perfectamente el funcionamiento de los capítulos. Mónica Zas entrevista a la autora y en la introducción del artículo destaca que la novela “funciona como el instrumento quirúrgico que le da nombre: es capaz de abrir la carne y hacer herida, y después cauterizarla provocando un ardor que desaparece y cura” y la propia Lijtmaer reconoce que “así es el proceso de sanación de los personajes”.

Violencia de género, política, feminismo, depresión, Lijtmaer no evita ningún charco y todos los aborda con inteligencia y compromiso social (si os detenéis en la entrevista de Mónica Zas en eldiario.es es muy interesante la opinión de la autora del movimiento del 8M y términos politizados como el de “sororidad”). Otra virtud de la novela es la resolución de un problema complejo para el escritor como es contar dos historias separadas por siglos, por todo lo que de paralelismos difusos puede suponer dos contextos tan separados en el tiempo y en el espacio físico y metafísico. En este sentido, Carlos Zanón en El País vierte una crítica bastante justa, según mi criterio, de la novela, dice que ella que a través de las historias de las dos protagonistas “llega bombeando literatura, ficción, hambre, amor ruina, esperanza y depresión, diana y herida, fuego arrasador, fuego sanador, hipocresía, victorias pírricas, cauterización, amputación de miembro, locura y vida sin leyes ni normas. El guiso tiene todos los ingredientes necesarios y todos en su punto a excepción de la venganza final de la protagonista a su ex, en exceso grandilocuente y, por eso, quizás innecesaria. El resto, goce lector y, si uno se dedica a escribir, toneladas de envidia de la sana”.

Os recomiendo una novela donde se ponen en evidencia la complejidad de los problemas que acompañan a las mujeres a lo largo de la historia. Unos problemas que lejos de resolverse se perpetúan. La verdadera sororidad es la que la autora muestra con sus personajes y como, lejos de presentarles como seres de luz, les dota de un realismo necesario para intentar abordar con intencionalidad resolutiva las desigualdades que el machismo genera en las sociedades actuales. Ojalá más libros como Cauterio.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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