Reseña de El ladrón de meriendas de Andrea Camilleri

Un “montalbano” a la semana seguro que es una buena dieta veraniega

Este verano he aprovechado la buena decisión de la editorial Salamandra de editar los libros de Andrea Camilleri y su comisario Salvo Montalbano en bolsillo y con portadas diseñadas por el gran Riki Blanco, para llevarme alguno a la playa y disfrutar de ambos (Camilleri y Montalbano). Porque esta literatura es disfrutona. Engancha, atrapa, conmueve, divierte, siempre tienes ganas de volver a ella y seguir a Montalbano en la resolución de su caso. Todo en este personaje y esta serie está bien, pero junto con la personalidad del comisario y su perspicacia, destaca una Italia maravillosa y rural que luce tanto como las historias y los protagonistas. En este caso, llego a El ladrón de meriendas por recomendación de Guillermo Altares, para quien esta novela es la mejor de la serie. Así que he empezado por ella, a pesar de saltarme el orden de publicación.

El ladrón de meriendas es la tercera entrega de la serie de casos del comisario Montalbano y en este caso se investiga el asesinato de un comerciante jubilado, cuya amante, una joven tunecina desaparecida tras el crimen, es objeto de todas las sospechas. Sin embargo, las pesquisas guían a Montalbano hacia el turbio mundo de los servicios secretos y su sucia guerra contra el terrorismo internacional. Al mismo tiempo, la trama nos reserva sorpresas inusitadas, como un Montalbano profundamente conmovido por el destino del hijo de la joven acusada hasta el punto de proponerle matrimonio a su tan paciente como lejana compañera Livia.

Como reza la contraportada del libro, se trata de “un irónico pero tierno recorrido por la cara más humana del homo sapiens, con personajes cuyo realismo surge precisamente de la penetrante y compasiva mirada de don Salvo. El duro universo de la inmigración ilegal, de los barrios populares mediterráneos, de los fríos burócratas al servicio del Estado, o el de la solidaridad femenina aparecen plasmados con pasmosa nitidez en cada una de las escenas de la novela, convirtiéndonos inevitablemente en testigos y cómplices no sólo de la intriga sino también de un entorno que acaba siéndonos sorprendentemente familiar”. Pero es que con Camilleri y Montalbano pasa algo muy curioso y es que da igual la trama, da igual el caso y las reflexiones que suscite, lo mejor es dejarse llevar por ambos y disfrutar de lo que te quieran contar y como te lo quieran contar. Durante unos años he dedicado mi verano a los tochos, ahora creo que me voy a pasar a la liviandad de Camilleri y Montalbano. Un verano con una dieta de un “montalbano” a la semana, tiene que ser sanísima. El verano que viene os cuento.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

3 comentarios sobre “Reseña de El ladrón de meriendas de Andrea Camilleri

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