Reseña de Dos vidas de Emanuele Trevi

El lujo de dar una segunda vida eterna a los seres queridos

Empezamos las reseñas de esta semana con Dos vidas de Emanuele Trevi editado por Sexto Piso, una recurrente recomendación en las últimas semanas y el flamante ganador del prestigioso Premio Strega 2021 (según mis libreros de referencia, uno de los pocos que todavía nos podemos creer).

En Dos vidas Trevi recupera la memoria de Rocco Carbone y Pia Pera, dos amigos escritores a los que perdió por diferentes circunstancias. El ejercicio que nos propone Trevi es atrevido, pero funciona muy bien: da igual si conoces o no a Rocco y a Pia, si has leído algo suyo o si son totalmente ajenos a ti, Trevi te propone una serie de recuerdos con ellos que bien podrían ser inventados, porque “escribir sobre una persona real y escribir sobre un personaje imaginario es, a fin de cuentas, lo mismo: hay que sugerir lo máximo posible en la imaginación del lector con lo poco que el lenguaje ofrece”. Alternando capítulos entre uno y otro amigo, Trevi recurre a recuerdos descolocados, aparecen en la mente del autor y los relata de forma desordenada. Está tan bien escrito que no necesita seguir un hilo con los personajes para que al final de la novela tengas la sensación de conocerlos. Las referencias a Dante o a Homero, es una utilización oportuna de los clásicos, personajes o pasajes que el autor rescata para ilustrar situaciones y que gracias a ellas el lector conecta historias, libros e ideas.

Trevi utiliza el ya recurrente olvido que seremos para procurar una segunda vida a sus amigos, de ahí el título del libro: “Vivimos dos vidas, ambas destinadas a acabar: la primera es la vida física, la de la sangre y el aliento; la segunda es la que se desarrolla en la mente de quienes nos amaron. Y cuando la última persona que nos conoció muera, nos disolveremos, nos evaporaremos para siempre, y comenzará la grande e interminable fiesta de la Nada, en la que el aguijón del recuerdo no podrá ya herir a nadie. De una cosa estoy seguro: cuando escribo, y mientras escriba, Pia estará aquí, su presencia será tan patente como la de la mesa o la lámpara”. Ojalá todos supiéramos escribir bien para darles una segunda vida digna a nuestros seres queridos que habitan en la memoria. Puedo estar de acuerdo con Trevi en que “la escritura es un medio singularmente apto para evocar a los muertos y aconsejo a quien eche de menos a alguien que haga esto: no pensar en esa persona, sino escribir sobre ella”; pero yo no soy capaz de escribir lo que siento, ni siquiera lo que pienso. Algunas veces, tras recordar a mi padre (recordar es volver a pasar por el corazón) se me dibuja una sonrisa en los labios, otras se me encoje el corazón y algunas incluso se me cierra el estómago, y todo esto para mí es imposible convertirlo en palabras. Sin embargo, Trevi lo consigue. Como antes lo consiguieron Abad Faciolince o Rosa Montero, y tantos otros autores que ahora no voy a evocar en un intento fallido de literatura comparada. Los escritores tienen esa capacidad y el resto tenemos que recurrir a ellos para traducir lo que nuestro cuerpo nos provoca cuando pensamos en nuestros seres queridos. Qué suerte han tenido Rocco Carbone y Pia Pera de que Emanuele Trevi les escriba, les recuerde y les de una segunda vida eterna, la que surgirá cada vez que alguien abra las páginas de este maravilloso libro.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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