Sensibilidad y lírica para ilustrar la belleza de un padre mirando a su hijo recién nacido
Retomo las reseñas con cierto miedo por si vuelvo a alejarme del blog más pronto que tarde. Quizás estas entradas sean los últimos coletazos de un proyecto que está a punto de cumplir 5 años y que en algún momento habrá que saber cerrar. De momento hoy os traigo Umbilical, de Andrés Neuman, editado por Alfaguara. Seguramente conozcáis a Neuman por otros títulos, yo lo conocí con Anatomía Sensible, que aun está cogiendo polvo en la estantería de libros pendientes (espero leerlo más pronto que tarde).
Este librito de Andrés Neuman es perfecto para intercalar dos lecturas exigentes. En Umbilical, Neuman recoge con sensibilidad y cierta lírica sus reflexiones como padre de su hijo recién nacido. Se estructura en pequeños ¿capítulos? que no son más que párrafos cortitos que se leen con entonación poética y a través de los cuales el autor consigue atrapar al vuelo ideas que seguramente habitan lugares comunes en los padres y madres que lo son por primera vez; algunas tales como la primera vez que le miras a sus ojitos cerrados y arrugados (“encantado, hijo mío, de empezar a la vez a ser lo que seremos”), los primeros miedos frutos de una autoexigencia a menudo desmedida ( “soy este que te aguarda sin gestarte (/…), que viste tu contorno y dobla con cuidado, una por una, sus limitaciones”), los mantras que nos repetimos sobre el paso del tiempo (“no quiero tener prisa, me guía tu presente, pasajero hedonista de la tarde, mi pequeño anarquista sin teoría. El deseo es la ley del recomienzo”), las admiraciones a sus pequeñas conquistas (“te admiro por intrépido, vanguardista en pañales (…) Radical sin querer, lo tuyo es la perfomance de estar vivo. Tan pancho en tu episteme, que empieza por el cuerpo”) o la determinación de llevarse todo a la boca, incluso los libros, (“¿Quién va a querer pasar los ojos por las páginas cuando puede comerse un cuento entero?”). Seguramente todos los que hemos pasado (estamos pasando) por esta experiencia, alguna vez hayamos pensado algo parecido. La aportación de Neuman es la capacidad para sintetizar esos pensamientos con sensibilidad poética.
Hubo un pasaje que me encantó porque me hizo mirar a G4 de otra forma saliendo de mi error de considerarlo continuamente como un ser en construcción. Escribe Neuman, “me has enseñado que eres completo así, babeando y en pañales, maestro del instante. Me niego a definirte según lo que, en teoría, aun te falta. No echo de menos nada de lo que nos anuncian. Ya quisiéramos todos los seres terminados alcanzar tu económico prodigio. Uno por uno, exprimes tus recursos hasta el fondo con una precisión que perderás cuando ganes el resto. Eres perfecto, hijo, en tus carencias”. Genial. Esta idea me la apropio, qué sana es la literatura.
¡Nos vemos en la próxima reseña!
Deja una respuesta