Reseña de El capitalista simbólico de Valentín Roma

Las incongruencias del desclasamiento en un joven barcelonés de los noventa

Hay autores que, sin tener siempre en la cabeza, no me gusta perder de vista. Y a Valentín Roma le perdí de vista un tiempo y lo acabo de retomar. Sin saber que lo iba a ser, leí en 2019  El enfermero de Lenin novela que daba inicio a una trilogía que continuó con el Retrato del futbolista adolescente (que aun no he leído) y que cierra El capitalista simbólico que ahora os traigo. Todas editadas por Periférica. Una trilogía que el propio autor denominó pomposamente “una trilogía sobre el desclasamiento estético, moral y económico en España en la generación del franquismo”. El enfermero de Lenin trataba la relación entre padre e hijo y la lucha antifranquista, el Retrato del futbolista adolescente aborda el conflicto con el éxito y El capitalista simbólico en el que ahora nos vamos a detener.

El capitalista simbólico es la historia de un chaval que ha dejado una trayectoria deportiva de cierto éxito, que viene de un origen proletario y que por determinadas circunstancias empieza a tener un trabajo digno, un trabajo relacionado con lo que ha estudiado (Historia del Arte) y le pagan bien. Los problemas empiezan cuando se consigue lo que socialmente estaba programado para el protagonista y la novela narra todo ese proceso de digestión que podría ser considerado como éxito. Se enfrenta a la petulancia y a ella responde con más petulancia pues cuando eres joven eres grosero con todo lo que te van ofreciendo. Esa grosería se concreta en un distanciamiento frente a todo, pero es una pose porque quiere aquello que previamente ha denostado. El protagonista no tiene claro qué hace, qué representa… se pasa la novela huyendo de lo que encarna o encarnando cosas de las que está huyendo. La novela es un análisis de cómo el desclasado se inserta en el mercado laboral que no es otra cosa que el lugar real donde el desclasamiento produce problemas o beneficios. El desclasado tiene muchas contradicciones asumidas que se van percibiendo a través del salto de clase que consiste en que dejas de reconocerte entre aquellos que te definieron. Valentín Roma reconoce que, de todo este proceso de desclasamiento, de salto de clase, le preocupaban dos ideas: la nostalgia y el falso heroísmo de la literatura de clase, dice en una entrevista que “lo heroico es el amarillismo de clase, el sensacionalismo de clase”.

Según el autor, el título de la novela respondía a una idea enraizada en la generación de los 70 según la cual se generaba capital simbólico en una parte de todo aquello que uno sabía; el sueño aspiracional era tener estudios universitarios y la generación de Roma entendió que la cultura no daba dinero, pero producía capital simbólico que podría explotarse para la vida diaria y para construirse una identidad más interesante e incluso devenir en trabajo.

No hagáis como yo, leed la trilogía en el orden correcto porque seguramente el protagonista de los tres libros (que no tiene nombre) sea el mismo y lo disfrutaréis más, quizás incluso percibáis mejor el abordaje del desclasamiento que Roma sitúa en el centro de sus intereses al escribir estos libros. Por mi parte, la próxima vez que visite Letras Corsarias me haré con Retrato del futbolista adolescente. Esto no puede quedar así, enmendaré mi error.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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