Tabucchi nos anima a escapar dignamente

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«La filosofía parece ocuparse sólo de la verdad, pero quizá no diga más que fantasías, y la literatura parece ocuparse sólo de fantasías, pero quizás diga la verdad. Monteiro Rossi sonrío y dijo que le parecía una buena definición de ambas disciplinas».

Encontré este libro en las profundidades de una librería de segunda mano (gracias a tuuulibrería) y quizás sea una bonita coincidencia que haya sido este libro el que haya encontrado. Quizás tenía que encontrarme con Pereira en este momento de mi vida (y de la de todos) en la que ser valiente no suele merecer la pena, que es conveniente mantener un perfil bajo para no dar problemas y conservar trabajo, estabilidad y amigos. Pero no, la novela va precisamente de lo contrario. Y por eso celebro haberme encontrado con ella. La novela trata de lo complejo de las personas y de como cambiamos sin ser del todo conscientes de esos cambios; de como algo nos empieza a atrapar, a atraer, de cómo el mundo cambia y nuestro yo interno se revela a esos cambios y nos invita a seguir la ley del instinto. Dejarse llevar para estar a gusto con uno mismo. Sin abandonar lo que nos hizo ser nosotros mismos.

En esta novela hay varias cosas que me encantaron. En primer lugar, la forma en la que está escrito; el abuso del «sostiene Pereira» y el enfoque de declaración ante un juez o un policía de lo que ha vivido. En segundo lugar, la relación del protagonista con su pasado, algo que se mantiene en su presente pero de lo que no quiere hablar en ningún momento. En tercer lugar, la figura de su mujer a través de un retrato en el que posa con una leve sonrisa que le sirve a Pereira para coger determinación en su vida, y como cuando pasa de la foto, su vida empeora. Por último, la complejidad que va adquiriendo el personaje a medida que avanza la novela; la espiral vital en la que se mantiene Pereira, y cómo los que hasta entonces han sido sus referentes se esfuman, y surgen nuevos contrapesos que lo mantendrán con vida, como el Doctor Cardoso.

El estilo sencillo. La prosa nada rimbombante. Las frases cortas. Y el final. Un final en el que Tabucchi nos dice que siempre hay una vía de escape, una salvación póstuma y una feliz alternativa. Pero hay que ser valiente y creerse a uno mismo, tomarse en serio y ser decidido, alejándonos de esta tediosa rutina social que ahora nos ahoga y nos invita a ser seres soporíferos, aburridos, predecibles y obedientes.

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