«Durante la noche Helga me había contado que el trauma del abandono siempre te lleva a idealizar al otro, a convertirlo a conciencia en más perfecto más humano, más deseable, más irremplazable. Lo hacemos, me dijo, para causarnos más daño. Ese ideal nos abruma, es un insulto a nosotros mismos, que durante meses o años nos imposibilita querer a nadie más y nos hace mirar a los hombres y las mujeres como pastiches lamentables del ser insustituible que acabamos de perder. Un día encontramos que nuestro recuerdo se hace más preciso y más justo y en ese momento podemos volver a pensar en ser menos infelices».
Ole, ole y ole, por David Trueba y este libro. Tormentoso e ingenioso a partes iguales. Es un relámpago desde el principio. Todas las páginas. Toda la historia. A veces da bastante pena, la historia del protagonista es lamentable, es triste, pero el hombre va saliendo, va sobreviviendo, va consiguiendo ser él mismo sin dejar de ser patético. Es divertido.
Las novelas que son autobiográficas sin saberlo me joden y me atraen. Cada vez me joden menos y me atraen más. Voy bien.
Sigo bastante a Trueba en sus columnas de ElPais, pero nunca había leído nada suyo. Me ha gustado bastante su forma de narrar historias. Creo que volveré a él. De momento me han comentado que pronto saca nuevo libro. Estaré atento.
Leer es vivir dos veces 