«Lo imagino como un personaje de Chéjov, idealista, hablador, rebosante de confusas ideas de progreso social, mujeriego, jugador de cartas, débil».
Una historia intermitente, a ratos aburrida, a ratos entretenida. El planteamiento de fondo es más atractivo, pero no se si son las palabras escogidas (quizás la traducción), o la estructura de la historia, la forma de enfocarlo como un relato por el autor y no como la vida vivida por los protagonistas, o la cantidad ingente de personajes que no aportan nada, o que el tema URSS no me atrae lo más mínimo, pero la sensación al terminar el libro ha sido agridulce.
Es verdad que son historias que hay que contar. Parte de nuestra Historia que tenemos que conocer, para poder valorarla, aunque como bien reconoce el propio autor en la última parte del libro «resulta fácil erigirse en justiciero del pasado».
El protagonista es atractivo para el lector, como los personajes de Chéjov, pero creo que su parsimonia, su ceguera con lo que estaba viviendo, su inerte actitud de rebeldía… impiden que me pueda identificar con él.
El libro mejora en el último tercio (los dos primeros son un sopor) y consigue dejarte con mejor sabor de boca. Como todo lo que publica Libros del Asteroide está bien, es más profundo de lo que puede parecer y seguramente sea una historia que me deje poso, de la que me acuerde.