Reseña de Nowaki de Natsume Soseki

Una dosis concentrada de la genialidad de Soseki

A la hora de seleccionar mis lecturas nunca me he dejado llevar por el impacto en likes y en las estadísticas del blog que cada libro pudiera tener. Leo libros que me apetecen, sin más. Y a veces asumo, como lo hago ahora, que un libro menos conocido, de un autor alejado de los intereses comerciales o literatura de otros continentes, va a tener menos repercusión. Y me da lo mismo. Por eso hoy os traigo Nowaki de Natsume Soseki.  Llevo 5 años sin leer nada de Soseki, pero durante un tiempo fue uno de mis autores de referencia. Disfruté mucho de sus grandes obras; títulos como Kokoro, Botchan o El minero, los sigo recomendando. Tengo pendientes otros muy conocidos como Yo, el gato o El caminante, pero ahora me he decidido por una obra de las que los especialistas llaman “menores” y que, sin embargo, a veces contienen en dosis concentradas todo el magnetismo de sus obras mayores. Este es el caso de Nowaki.

En Nowaki conocemos al joven Takayanagi, quien tras finalizar sus estudios universitarios se encuentra en una encrucijada vital: tiene talento, pero carece de contactos y de apoyo familiar para labrarse un futuro en Tokio. Entregado al desánimo y al pesimismo, malvive realizando traducciones mientras aspira a escribir su gran novela que nunca llega. La vida de Takayanagi experimentará un cambio renovador cuando conoce a Doya Shirai, un antiguo profesor de provincias expulsado de la docencia por sus ideas revolucionarias y ahora reconvertido en intelectual precario. Aunque el profesor lo desconoce, entre ambos existe un vínculo del pasado que pesa sobre la conciencia del joven como una losa.

Hay algo en la cultura japonesa -y por lo tanto en su literatura- que siempre me ha gustado: el tratamiento de la figura del maestro. Más allá de su idea ligada a la educación formal, la idea de maestro como referente vital. Y me sorprende que un libro de 1907 contenga reflexiones sobre la labor del maestro -y por lo tanto del intelectual- tan revolucionarias en la época actual, a través del personaje de Doya, Soseki sostiene que “el único objetivo del estudio es convertirse en un estudioso, no en alguien rico. El estudio no se puede capitalizar y tratar de ganar dinero con él (…) La gente común comete una gran equivocación cuando relaciona trabajo con dinero. Asume que si se adquiere determinada cantidad de conocimiento se obtendrá un dinero equivalente, pero es esa una lógica falaz. Es más, el estudio es un mecanismo que nos aleja del dinero. (…) Los estudiosos no poseen nada, pero, a cambio, comprenden la lógica de las cosas. Los comerciantes tienen dinero, pero, a cambio, no entienden nada”. En esta frase publicada en 1907 está el secreto que en 2025 no somos capaces de descubrir. Viva Soseki. Pero hay más. Soseki reconoce el papel del comerciante en la sociedad, y siguiendo con la conversación anterior, Doya continúa diciendo, “los cultivados y los sabios ayudan a que la sociedad sea más feliz a través del conocimiento y la sabiduría, de igual manera que los ricos contribuyen al bienestar material con su riqueza. Por lo tanto, y aunque sean campos muy distintos, mantienen un estatus sólido e inviolable dentro de la estructura social”.

Hay quien considera, la editorial entre ellos, que Nowaki es una obra que interpela a los jóvenes tanto de los inicios del siglo XX nipón como a los actuales por esa situación -a mi juicio atemporal porque cada generación gestiona sus conflictos-  que les obliga a enfrentarse al final de una época que no han elegido ni construido y en la que tienen que labrarse un futuro en el que todo es incierto. Sin embargo, yo creo que se trata de una lectura apropiada para cualquier lector. El personaje de Doya tiene la suficiente profundidad para que nos interpele también a los adultos, y las disyuntivas del protagonista y de su mejor amigo también son las nuestras o las que vemos a nuestro alrededor. Además, el libro está bien si conseguimos quitar el sabor agriculce que queda por un final abrupto e inesperado.

En definitiva, un librito corto, entretenido, bien construido, con la habitual habilidad de Soseki para contar las cosas y su reconocida capacidad para crear personajes interesantísimos con mil matices en un espacio muy corto de tiempo. Si no conocéis a Soseki posiblemente no empezaría con este título, sino con alguno de los que destaqué anteriormente, pero si ya lo conocéis, este libro es volver a encontrarse con un autor de los que da profundidad a las bibliotecas personales a las mentes de sus lectores.

¡Nos vemos en la próxima reseña!

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